CESAR DEBE MORIR
Un italiano genial, Pier Paolo Pasolini, era muy partidario de los actores no profesionales.
De alguna manera, para él, significaban pura transparencia. Los actores no profesionales se enfrentaban a sus personajes sin la mediación de ningún tipo de elaboración conceptual basada en alguna metodología de interpretación y por lo tanto, al mismo tiempo, se entregaban total y completamente a la interpretación. Se daban por entero, poniendo toda la potencia de su humanidad palpitante y candente sobre la mesa de la pantalla.
Hay algo poderoso y mágico en las interpretaciones de los actores no profesionales. No se trata de una verdad recreada por un talento sino de una verdad transmitida con un esfuerzo, un milagro basado en la intuición, la sensibilidad, la empatía y el esfuerzo.
La última película de los octogenarios hermanos Taviani conjuga de manera brillante todos esos sustantivos tan sustantivos.
Y debo decir que resulta conmovedora la manera en que esos condenados, esos bárbaros y brutales criminales son capaces de abordar un texto de William Shakespeare, su Julio César.
Confieso que no conozco demasiado el cine de los Hermanos Taviani.
Me parece que, dentro siempre de un marco histórico de lucha de clases, su cine está más interesado en los seres humanos que enfrentan ese conflicto. Más que un cine político, su cine tiene una clara y profunda raíz humanista, un cine que pone énfasis en el dificil mecanismo de ilusión y esperanza que pone en marcha el esfuerzo por sobreponerse a una situación y continuar adelante.
Y en este sentido, todos estos presos interpretes, algunos de ellos dotados de bastante talento para la interpretación, encajan con ese interés de los Taviani por mostrar al hombre, aqui y ahora, en el esfuerzo por construir su sueño, su personal e intransferible utopía, que en este caso es completamente imaginaria, que tiene que ver con la construcción a través de la ficción de un espacio para la libertad en un entorno destinado a limitarla.
Y además está el texto de Shakespeare que parece sonar mas puro que nunca en las voces de estos criminales metidos a actores que, desde su condenada condición, son capaces de llegar a la belleza mostrando así el maravilloso y fascinante espectáculo de la complejidad de la naturaleza humana en acción, aspecto que quizá sea la principal de las intenciones que inspira este precioso proyecto de estos cineastas italianos.
Bella.
Un italiano genial, Pier Paolo Pasolini, era muy partidario de los actores no profesionales.
De alguna manera, para él, significaban pura transparencia. Los actores no profesionales se enfrentaban a sus personajes sin la mediación de ningún tipo de elaboración conceptual basada en alguna metodología de interpretación y por lo tanto, al mismo tiempo, se entregaban total y completamente a la interpretación. Se daban por entero, poniendo toda la potencia de su humanidad palpitante y candente sobre la mesa de la pantalla.
Hay algo poderoso y mágico en las interpretaciones de los actores no profesionales. No se trata de una verdad recreada por un talento sino de una verdad transmitida con un esfuerzo, un milagro basado en la intuición, la sensibilidad, la empatía y el esfuerzo.
La última película de los octogenarios hermanos Taviani conjuga de manera brillante todos esos sustantivos tan sustantivos.
Y debo decir que resulta conmovedora la manera en que esos condenados, esos bárbaros y brutales criminales son capaces de abordar un texto de William Shakespeare, su Julio César.
Confieso que no conozco demasiado el cine de los Hermanos Taviani.
Me parece que, dentro siempre de un marco histórico de lucha de clases, su cine está más interesado en los seres humanos que enfrentan ese conflicto. Más que un cine político, su cine tiene una clara y profunda raíz humanista, un cine que pone énfasis en el dificil mecanismo de ilusión y esperanza que pone en marcha el esfuerzo por sobreponerse a una situación y continuar adelante.
Y en este sentido, todos estos presos interpretes, algunos de ellos dotados de bastante talento para la interpretación, encajan con ese interés de los Taviani por mostrar al hombre, aqui y ahora, en el esfuerzo por construir su sueño, su personal e intransferible utopía, que en este caso es completamente imaginaria, que tiene que ver con la construcción a través de la ficción de un espacio para la libertad en un entorno destinado a limitarla.
Y además está el texto de Shakespeare que parece sonar mas puro que nunca en las voces de estos criminales metidos a actores que, desde su condenada condición, son capaces de llegar a la belleza mostrando así el maravilloso y fascinante espectáculo de la complejidad de la naturaleza humana en acción, aspecto que quizá sea la principal de las intenciones que inspira este precioso proyecto de estos cineastas italianos.
Bella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario