MARLENE
Dirigido en 1984 por el actor Maximilian Schell, "Marlene" es un magnífico documental que describe un fracaso: la imposibilidad de entrevistar a la diva, Marlene Dietrich.
Tras su magnífica interpretación en "Vencedores y vencidos" de la mujer de un oficial alemán, película en la que conoció precisamente a Schell, Marlene decidió dejar el mundo del cine.
Desde ese año, 1961, la Dietrich sólo intervino en dos películas: realizó una aparición especial en una aceptable comedia, "Encuentro en Paris" (1964), y catorce años más tarde, en 1978, intervino en la imposible "Gigoló"...
Nada más.
Marlene continuó su carrera en el show business, pero,y conforme envejecía fue alejándose de todo hasta acabar recluida en su apartamento de Paris, en la Rue Montaigne, y hasta allí llegó Maximilian Schell con la intención de romper el aislamiento de la diva.
Schell contaba con alguna ventaja. No sólo la había conocido personalmente durante el rodaje de "Vencedores y vencidos", la propia Dietrich confiesa durante el documental un cierto enganche con Schell, sino que el actor formaba parte de una familia de actores que la Dietrich conocía, de hecho la diva le compara en varias ocasiones con su madre (Margarete Schell) y no siempre para bien.
A partir de ahí, "Marlene" es la crónica precisamente de la imposibilidad de alcanzar el propósito de entrevistar a la diva.
De hecho, una de las primeras cosas que el documental presenta al espectador es la negativa de la Dietrich a ser filmada, una negativa a última hora, inmotivada (porque ya he sido fotografiada lo suficiente) y extraña por tratarse de un documental la razón de ser del encuentro; la negativa obliga a Schell a generar imágenes que documenten la voz grabada de la actriz... Y Schell lo hace con talento. En este sentido, el documental está muy bien, tan bien que quizá Wim Wenders haya encontrado alguna inspiración en alguna de las soluciones de Schell para sus propios (y magníficos) documentales.
En cualquier caso el documental consigue su propósito de manera indirecta.
A través de una Dietrich siempre caprichosa en sus afirmaciones y casi siempre hostil hacia Schell, e incluso hacia su propio pasado, se trasparenta el retrato de ese ser solitario, terrible y manipulador; un ser que recuerda mucho al que su propia hija, Maria Riva, describe en una polémica biografía ya olvidada.
Con el ímprobo esfuerzo de Schell, Marlene pasea con desapego y desinterés por algunos momentos de su pasado.
El viaje es fragmentario,seguramente por la actitud obstruccionista de la propia Dietrich; una actitud que resulta evidente y transparenta la existencia de un ser terrible que, tal y como su hija la describía, está a diez mil kilómetros de la luz y del amor.
A la luz de Dietrich nada ni nadie de su pasado parece tener la menor importancia, la menor fuerza, el menor atractivo como para ser recordado con un mínimo cariño. Las menciones a Jean Gabin, su supuesto gran amor, son escasas, casi frías descripciones taxonómicas que sobrecogen por la crueldad que transparentan.
Da un poco de miedo la Dietrich, sobre todo si uno en un momento dado no pudiera evitar amarla como quizá le sucediera a Josef von Sternberg, su mentor en Hollywood.
Marlene tiene todo el aspecto de ser capaz de hacer mucho daño.
Al final, el fracaso no es tal... Intentando esconderse, Marlene rebela muchas cosas de sí misma y muy pocas de ellas buenas.
Fascinante.
Dirigido en 1984 por el actor Maximilian Schell, "Marlene" es un magnífico documental que describe un fracaso: la imposibilidad de entrevistar a la diva, Marlene Dietrich.
Tras su magnífica interpretación en "Vencedores y vencidos" de la mujer de un oficial alemán, película en la que conoció precisamente a Schell, Marlene decidió dejar el mundo del cine.
Desde ese año, 1961, la Dietrich sólo intervino en dos películas: realizó una aparición especial en una aceptable comedia, "Encuentro en Paris" (1964), y catorce años más tarde, en 1978, intervino en la imposible "Gigoló"...
Nada más.
Marlene continuó su carrera en el show business, pero,y conforme envejecía fue alejándose de todo hasta acabar recluida en su apartamento de Paris, en la Rue Montaigne, y hasta allí llegó Maximilian Schell con la intención de romper el aislamiento de la diva.
Schell contaba con alguna ventaja. No sólo la había conocido personalmente durante el rodaje de "Vencedores y vencidos", la propia Dietrich confiesa durante el documental un cierto enganche con Schell, sino que el actor formaba parte de una familia de actores que la Dietrich conocía, de hecho la diva le compara en varias ocasiones con su madre (Margarete Schell) y no siempre para bien.
A partir de ahí, "Marlene" es la crónica precisamente de la imposibilidad de alcanzar el propósito de entrevistar a la diva.
De hecho, una de las primeras cosas que el documental presenta al espectador es la negativa de la Dietrich a ser filmada, una negativa a última hora, inmotivada (porque ya he sido fotografiada lo suficiente) y extraña por tratarse de un documental la razón de ser del encuentro; la negativa obliga a Schell a generar imágenes que documenten la voz grabada de la actriz... Y Schell lo hace con talento. En este sentido, el documental está muy bien, tan bien que quizá Wim Wenders haya encontrado alguna inspiración en alguna de las soluciones de Schell para sus propios (y magníficos) documentales.
En cualquier caso el documental consigue su propósito de manera indirecta.
A través de una Dietrich siempre caprichosa en sus afirmaciones y casi siempre hostil hacia Schell, e incluso hacia su propio pasado, se trasparenta el retrato de ese ser solitario, terrible y manipulador; un ser que recuerda mucho al que su propia hija, Maria Riva, describe en una polémica biografía ya olvidada.
Con el ímprobo esfuerzo de Schell, Marlene pasea con desapego y desinterés por algunos momentos de su pasado.
El viaje es fragmentario,seguramente por la actitud obstruccionista de la propia Dietrich; una actitud que resulta evidente y transparenta la existencia de un ser terrible que, tal y como su hija la describía, está a diez mil kilómetros de la luz y del amor.
A la luz de Dietrich nada ni nadie de su pasado parece tener la menor importancia, la menor fuerza, el menor atractivo como para ser recordado con un mínimo cariño. Las menciones a Jean Gabin, su supuesto gran amor, son escasas, casi frías descripciones taxonómicas que sobrecogen por la crueldad que transparentan.
Da un poco de miedo la Dietrich, sobre todo si uno en un momento dado no pudiera evitar amarla como quizá le sucediera a Josef von Sternberg, su mentor en Hollywood.
Marlene tiene todo el aspecto de ser capaz de hacer mucho daño.
Al final, el fracaso no es tal... Intentando esconderse, Marlene rebela muchas cosas de sí misma y muy pocas de ellas buenas.
Fascinante.
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