TOQUE
DE QUEDA
Cae la
noche con sus maneras graves de invernal presagio nefasto
y amanecen oscuros, como huevos de noche,
todos
esos silencios oportunos y convenientes
que
vuelven la oscuridad mucho más espesa e incierta
que el
propio pensamiento que la refleja.
Termina
el día y lo hace para todos
y para
todos los yacientes,
los que
puntuales escarban las paredes
hambrientos
de sueño,
parece
que no fuese suficiente la victoria,
el haber
ganado esa jornada
para la
leve y evanescente causa secreta de cada uno,
Termina
el día
y, como
herido de muerte,
uno se explora el pecho
en busca
de olvidados pedazos de luz
mientras
continúa teniendo claro
que algo quedó olvidado
entre tanta palabra dada,
que algo quedó olvidado
entre tanta palabra dada,
que el
mayor de los sueños
es la
satisfacción del deber cumplido
cuando la
certeza arrecia.
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