No se casaba con nadie...

“Pero los ciudadanos italianos no les van a la zaga. Los he visto: los he visto como muchedumbre en agosto. Eran la imagen del más desfachatado frenesí. Ponían tal empeño en divertirse a toda costa que parecían en éxtasis; resultaba difícil no considerarlos aborrecibles o, en cualquier caso, culpablemente inconscientes. Especialmente los jóvenes. Todas esas parejas imbéciles, cogidas siempre de la mano, con aire de mutua  y romántica protección e inspirada seguridad en el futuro.
Han sido engañados, burlados. Un vuelco imprevisto y violento (por lo que hace a Italia) del modo de producción ha destruido sus anteriores valores particulares y reales, cambiando su modo de ser y su comportamiento; y los nuevos valores puramente pragmáticos y existenciales del bienestar les han despojado de toda su dignidad. Pero no ha bastado con eso: después de convertirlos en monstruos (marionetas manejadas por una mano nueva, y por tanto como enloquecidas), resulta que el bienestar, causante de su monstruosidad, desciende, mientras que el baile de las marionetas continúa.”

(Cartas Luteranas, Pier Paolo Pasolini)

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