Todo lo
que no puedes controlar,
Todo lo
que te contradice e interpela,
Lo que
se acaba,
Lo que termina,
Lo que
se hace esperar,
Lo que
no llega...
Pero
también todo lo extraño,
Lo
ajeno.
Lo que
no nos escucha.
Lo que
nos desobedece
y se
empeña en negarnos
ese
plan nuestro de cada día,
tan
esforzadamente urdido
con delicadas
fibras de sueño
y resistentes
hebras de pensamiento.
La
constante negación
de esos
en mayor o menor medida
pacientes
esfuerzos,
La vida
misma.
Ese indomable
animal salvaje
que jamás descansará
que jamás descansará
en el
final de cada día
mansamente
enroscado a los pies
del conquistado
trono
de nuestro plácido y efímero concierto.
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