sábado, enero 18, 2014

La gran familia española

Deja un buen sabor de boca "La Gran Familia Española".

Localizada temporalmente en la tarde-noche en que la selección española de fútbol jugó y ganó el mundial de fútbol de Sudáfrica, la película nos muestra un relato coral estructurado en torno a las vicisitudes biográficas de un padre y sus cinco hijos.

De entre todas, la de mayor trascendencia, es la que plantea el padre pues introduce una dimensión histórica que posibilita que lo que se cuenta en "La Gran Familia Española" tenga una profundidad que emparenta esta familia cinematográfica con su predecesora en blanco y negro, la gran familia de 1962, la del perdido Chencho y Pepe Isbert, que ofrecía una visión idealizada y coyuntural de la institución.

El director, Daniel Sánchez Arévalo, no recurre a esta película sino, de manera más poética, a otra, "Siete novias para siete hermanos", que ofrece en Technicolor esa misma visión ideológica, ese ideal conservador de familia unida ante el cual "La Gran Familia Española" de Sánchez Arevalo pretende conjugar un retrato mas actualizado, cincuenta años después, que ofrece otra manera de ver la familia, desde la libertad y la tolerancia.

Y este es sin duda el aspecto más interesante que presenta de manera indirecta, desde la aparente inocencia de la comedia... y es también lo más emocionante que presenta en su momento más memorable: ese final en que lo disperso se une, no desde la obligación moral que impone la unidad a la institución sino desde el amor.

En este sentido, "La Gran Familia Española" ofrece una visión terrorífica para un conservador: la posibilidad de la supervivencia de la institución familiar desde una libertad que aparentemente puede parecer que comprometa la unidad de la misma.

Una visión que se construye desde la confianza en lo emocional y en el afecto, desde el rechazo de las obligaciones que la familia como institución impone a padres e hijos.

Por todo esto, "La Gran Familia Española" es una película más importante de lo que parece. Nos habla de otra manera de hacer y sentir las cosas, lejos de negruras y grisuras del pasado y lo hace como casi siempre se hablan las cosas importantes... desde la comedia.

Y lo hace con encanto, un encanto construido desde la ternura de esos sentimientos de afecto mutuo que anidan en las miradas de todos los personajes, personajes que intentan encontrar el equilibrio adecuado entre el egoismo que les impone su libertad y el altruismo que le demandan los afectos que sienten.

El resultado es una tensión dramática que se resuelve de manera desigual, en escenas y situaciones mejores o peores desde el punto de vista de su construcción narrativa, pero que en su sucesión van ofreciendo un resultado general más positivo que negativo lo que permite que la película se deje ver, que incluso se disfrute en bastantes momentos.

Frente al orden impuesto desde arriba, por una autoridad, "La Gran Familia" ofrece la posibilidad de que el orden sea una consecuencia deseada libremente, la calma que precederá y sucederá siempre a la tempestad que produce la constante fricción entre las libertades de sus integrantes. la confianza en el buen sentido, en que siempre será positivo el balance de la economía política de los afectos.

Toda una utopía, pero, personalmente, es una utopía que esa otra, la de siempre, la que obliga a los hijos a aparecer siempre puntuales, sentados a la mesa del padre, aunque a veces no haya cena ni tampoco hambre.

Cuarenta años después aún no ha terminado la transición.

Grande.

No hay comentarios:

Publicar un comentario