Sentirse
observados,
analizados,
medidos
por un frío cálculo,
con
manos frías tocados,
pero al
mismo tiempo necesitados,
no como
un todo que tiene sentido por si mismo,
sino
como algo que es tomado por interés;
no por ese
todo por el que cada mañana intenta entenderse,
si no
por alguna de sus partes,
las Intercambiables,
las comunes,
las que
sirven
las que
no se distinguen las unas de las otras,
esas que
pueden comprarse y venderse
y que
por lo tanto no nos diferencian los unos de los otros,
nos
hacen en realidad prescindibles,
decimales,
parciales,
yuxtapuestos,
a duras
penas conjugando la existencia a intervalos,
desmemoriados,
desubicados,
progresivamente
inciertos,
queriendo
siempre recordar
cuándo
y donde empezó
la
interminable e impuesta justificación de los días,
La
insoslayable y perpetua deuda de existir.
la
impagable factura que crece y crece del sólo esto.
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