Es curiosa la historia que rodea a "Sanjuro".
La película fue rodada en 1962, un año después de "Yojimbo", uno de los grandes éxitos de Kurosawa. Ambas películas están protagonizadas por Sanjuro, el mismo ronin errante que, en la mejor línea de los grandes clásicos del western. aparece en una vuelta del camino para encontrar un conflicto que, como quien dice, acaba saliendole al paso.
Estrictamente hablando "Sanjuro" sería una secuela de "Yojimbo" pero lo cierto es que la historia que sustenta a la primera fue escrita por Kurosawa con anterioridad. Este aspecto es detectable incluso en el carácter de los propias historias puesto que en "Sanjuro" el protagonista toma partido abiertamente por uno de los bandos, mientras que en "Yojimbo" no toma partido por ninguno, intentando sacar partido del conflicto entre ambos.
Tiene pinta que en el camino que sigue el samurai errante los sucesos de Yojimbo ocurren una vez que el protagonista ha seguido su camino tras los acontecimientos vividos en la trama de "Sanjuro", especialmente si se tiene en cuenta el memorable y nihilista final, tan propio del cine de Kurosawa, en el que se pone de manifiesto una importante desesperanza ante las obras del hombre.
En cualquier caso, "Sanjuro" es otro magnífico ejemplo de excepción a esa ley no escrita del cine que dice que las segundas partes nunca son buenas.
La casualidad hará que, en un granero, se crucen los destinos de un harapiento samurai y un grupo de nueve samurais jóvenes empeñados en salvar a su señor que es víctima de una conspiración.
Poco a poco, el ronin se implicará en la causa de los jóvenes, especialmente al intentar evitar las equivocaciones propias de su inexperiencia enfrentada a un mundo de conspiraciones palaciega.
Poco a poco, el vagabundo acabará resultando un experto guerrero y un hábil estratega en favor de una causa que reconoce como justa y noble.
Y sin duda este es uno de los grandes aspectos de la historia puesto que la manera en que Sanjuro enfrenta la resolución de la conspiración denota la existencia de un pasado en el que estas situaciones de intriga palaciega fueron del todo habituales; aspecto que convierte al personaje en una presencia fascinante cuya historia con toda seguridad es digna de ser contada.
Siempre se dice que Kurosawa es el más occidental de los grandes padres del cine japonés y se dice con razón no sólo por su adaptación de autores occidentales, incluída su pasión por Shakespeare, sino también por su reivindicación dramática de la figura del ronin.
En la tradición japonesa la figura del ronin no tiene ese valor tan positivo que se muestra en el cine de Kurosawa.
Para el maestro japonés el ronin se convierte en una suerte de errante y justiciero cowboy que, situado al margen del riguroso sistema estamental japonés, aporta un punto de vista externo que el pesimista Kurosawa convierte siempre en el observador cínico y nihilista de un absurdo: el ciego empeño del hombre en el éxito de su propia causa. Aspecto que sólo lleva a la perdida y a la destrucción, tema a cuyo desarrollo consagrará su maravillosa "Ran" veinte años más tarde.
Gran parte del emocionante y memorable discurso final de "Sanjuro" tiene que ver con esa desesperada tristeza ante las inevitables consecuencias destructivas del también inevitable empeño de los hombres en la prevalencia de su propia causa.
A un lado de esa fiebre por ser, inmune a sus efectos, el ronin sólo puede sentir la impotencia de no poder escapar nunca a los inconvenientes de la existencia por mucho que lo intente puesto que fundamentalmente es un ser humano y está en el mundo.
Aunque no lleven a ninguna parte, los caminos siempre pasan por lugares que pueden convertirse en una parte si el caminante se descuida.
Kurosawa es grande también por ver la vida de esta manera.
La película fue rodada en 1962, un año después de "Yojimbo", uno de los grandes éxitos de Kurosawa. Ambas películas están protagonizadas por Sanjuro, el mismo ronin errante que, en la mejor línea de los grandes clásicos del western. aparece en una vuelta del camino para encontrar un conflicto que, como quien dice, acaba saliendole al paso.
Estrictamente hablando "Sanjuro" sería una secuela de "Yojimbo" pero lo cierto es que la historia que sustenta a la primera fue escrita por Kurosawa con anterioridad. Este aspecto es detectable incluso en el carácter de los propias historias puesto que en "Sanjuro" el protagonista toma partido abiertamente por uno de los bandos, mientras que en "Yojimbo" no toma partido por ninguno, intentando sacar partido del conflicto entre ambos.
Tiene pinta que en el camino que sigue el samurai errante los sucesos de Yojimbo ocurren una vez que el protagonista ha seguido su camino tras los acontecimientos vividos en la trama de "Sanjuro", especialmente si se tiene en cuenta el memorable y nihilista final, tan propio del cine de Kurosawa, en el que se pone de manifiesto una importante desesperanza ante las obras del hombre.
En cualquier caso, "Sanjuro" es otro magnífico ejemplo de excepción a esa ley no escrita del cine que dice que las segundas partes nunca son buenas.
La casualidad hará que, en un granero, se crucen los destinos de un harapiento samurai y un grupo de nueve samurais jóvenes empeñados en salvar a su señor que es víctima de una conspiración.
Poco a poco, el ronin se implicará en la causa de los jóvenes, especialmente al intentar evitar las equivocaciones propias de su inexperiencia enfrentada a un mundo de conspiraciones palaciega.
Poco a poco, el vagabundo acabará resultando un experto guerrero y un hábil estratega en favor de una causa que reconoce como justa y noble.
Y sin duda este es uno de los grandes aspectos de la historia puesto que la manera en que Sanjuro enfrenta la resolución de la conspiración denota la existencia de un pasado en el que estas situaciones de intriga palaciega fueron del todo habituales; aspecto que convierte al personaje en una presencia fascinante cuya historia con toda seguridad es digna de ser contada.
Siempre se dice que Kurosawa es el más occidental de los grandes padres del cine japonés y se dice con razón no sólo por su adaptación de autores occidentales, incluída su pasión por Shakespeare, sino también por su reivindicación dramática de la figura del ronin.
En la tradición japonesa la figura del ronin no tiene ese valor tan positivo que se muestra en el cine de Kurosawa.
Para el maestro japonés el ronin se convierte en una suerte de errante y justiciero cowboy que, situado al margen del riguroso sistema estamental japonés, aporta un punto de vista externo que el pesimista Kurosawa convierte siempre en el observador cínico y nihilista de un absurdo: el ciego empeño del hombre en el éxito de su propia causa. Aspecto que sólo lleva a la perdida y a la destrucción, tema a cuyo desarrollo consagrará su maravillosa "Ran" veinte años más tarde.
Gran parte del emocionante y memorable discurso final de "Sanjuro" tiene que ver con esa desesperada tristeza ante las inevitables consecuencias destructivas del también inevitable empeño de los hombres en la prevalencia de su propia causa.
A un lado de esa fiebre por ser, inmune a sus efectos, el ronin sólo puede sentir la impotencia de no poder escapar nunca a los inconvenientes de la existencia por mucho que lo intente puesto que fundamentalmente es un ser humano y está en el mundo.
Aunque no lleven a ninguna parte, los caminos siempre pasan por lugares que pueden convertirse en una parte si el caminante se descuida.
Kurosawa es grande también por ver la vida de esta manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario