Aunque le había perdido la pista desde esa aventura absurda, para mi gusto, de las películas de Arthur y los Minimoys, Luc Besson siempre me ha parecido uno de los directores más interesantes que ha dado el cine europeo.
Besson es la prueba viviente de la posibilidad de un cine industrial y comercial estrictamente europeo y digo ésto porque, si bien Besson se alimenta de los géneros -especialmente la acción- cuyas claves han creado los norteamericanos en sus películas siempre es capaz de añadir un factor diferencial, un factor de innovación e inteligencia que, siempre sin pretensiones, convierte a sus películas en una experiencia de algún modo diferente.
Siempre pongo como ejemplo de ese plus diferencial la extraña relación, casi erótica, entre el asesino profesional Leon y la niña Matilda en "El profesional".
Atrevimientos complejos, muy europeos, enredados entre los pliegues convencionales del género que siempre afectan a las relaciones entre los personajes y no tanto a la historia que suele desenvolverse de una manera más directa y clara según las claves del género.
Otro ejemplo es la relación sadomasoquista que mantienen la asesina Nikita y su adiestrador en "Nikita" (1990).
Y digo todo ésto porque probablemente no habría visto "Malavita" de no estar firmada por Besson y el resultado no me ha decepcionado en absoluto.
Salvo alguna cagada importante como su Juana de Arco, siempre apetece volver a ver las películas de Bessón y esta "Malavita" está en la línea de las mejores películas de Besson.
Nos cuenta la increíble historia de una familia norteamericana procedente de la mafia neoyorkina que se esconde en Francia del largo brazo de la organización criminal.
La familia que forman Fred (Robert de Niro), Maggie (Michelle Pfeiffer) y sus dos hijos no se ha desembarazado de sus orígenes y sin duda lo mejor de la película es la inserción de estas cuatro almas de goodfellas en el seno de un pacífico pueblo de la Normandía.
En este punto la película tiene un genial punto de comedia negra al que Robert de Niro y Michelle Pfeiffer contribuyen con su tremendo talento dando vida a unos personajes construidos sobre la base de estereotipos cinematográficos repetidos por ellos mismos en películas anteriores, sobre todo Robert de Niro al que sin lugar a dudas Besson homenajea con el estupendo personaje de Fred, como si su Johnny Boy de la "Malas Calles" de Martin Scorsese (que también produce la película) hubiera vivido, se hubiese tranquilizado y terminado convertido en un asesino-padre de familia para el que la violencia más salvaje no es más que una aburrida parte de su cotidianidad.
En este sentido, resulta memorable ese cine-club en el que el Fred que interpreta De Niro tiene que hablar de "Malas Calles" de Scorsese ante un público rural francés fascinado por ese mundo de mafiosos y gangsters.
Todo esto está muy bien, dialoga con toda la intertextualidad que De Niro y también Pfeiffer, su papel dialoga también claramente con la Angela de Marco que interpretase en la genial "Married to the Mob" aportan con su sola y talentosa presencia.
El resultado es entretenido, puro cine de Besson.
Merece la pena verla.
Besson es la prueba viviente de la posibilidad de un cine industrial y comercial estrictamente europeo y digo ésto porque, si bien Besson se alimenta de los géneros -especialmente la acción- cuyas claves han creado los norteamericanos en sus películas siempre es capaz de añadir un factor diferencial, un factor de innovación e inteligencia que, siempre sin pretensiones, convierte a sus películas en una experiencia de algún modo diferente.
Siempre pongo como ejemplo de ese plus diferencial la extraña relación, casi erótica, entre el asesino profesional Leon y la niña Matilda en "El profesional".
Atrevimientos complejos, muy europeos, enredados entre los pliegues convencionales del género que siempre afectan a las relaciones entre los personajes y no tanto a la historia que suele desenvolverse de una manera más directa y clara según las claves del género.
Otro ejemplo es la relación sadomasoquista que mantienen la asesina Nikita y su adiestrador en "Nikita" (1990).
Y digo todo ésto porque probablemente no habría visto "Malavita" de no estar firmada por Besson y el resultado no me ha decepcionado en absoluto.
Salvo alguna cagada importante como su Juana de Arco, siempre apetece volver a ver las películas de Bessón y esta "Malavita" está en la línea de las mejores películas de Besson.
Nos cuenta la increíble historia de una familia norteamericana procedente de la mafia neoyorkina que se esconde en Francia del largo brazo de la organización criminal.
La familia que forman Fred (Robert de Niro), Maggie (Michelle Pfeiffer) y sus dos hijos no se ha desembarazado de sus orígenes y sin duda lo mejor de la película es la inserción de estas cuatro almas de goodfellas en el seno de un pacífico pueblo de la Normandía.
En este punto la película tiene un genial punto de comedia negra al que Robert de Niro y Michelle Pfeiffer contribuyen con su tremendo talento dando vida a unos personajes construidos sobre la base de estereotipos cinematográficos repetidos por ellos mismos en películas anteriores, sobre todo Robert de Niro al que sin lugar a dudas Besson homenajea con el estupendo personaje de Fred, como si su Johnny Boy de la "Malas Calles" de Martin Scorsese (que también produce la película) hubiera vivido, se hubiese tranquilizado y terminado convertido en un asesino-padre de familia para el que la violencia más salvaje no es más que una aburrida parte de su cotidianidad.
En este sentido, resulta memorable ese cine-club en el que el Fred que interpreta De Niro tiene que hablar de "Malas Calles" de Scorsese ante un público rural francés fascinado por ese mundo de mafiosos y gangsters.
Todo esto está muy bien, dialoga con toda la intertextualidad que De Niro y también Pfeiffer, su papel dialoga también claramente con la Angela de Marco que interpretase en la genial "Married to the Mob" aportan con su sola y talentosa presencia.
El resultado es entretenido, puro cine de Besson.
Merece la pena verla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario