Tras mucho pensar, creo que la principal razón del fracaso y el ridículo de la selección española en el mundial de Brasil tiene que ver con el físico:
Según la Wikipedia...
"Curitiba tiene la menor temperatura media anual de entre las capitales brasileñas. Esa característica se debe a su altitud, que garantiza un clima más frío que el de las dos capitales estatales más al sur, Florianópolis (Santa Catarina) y Porto Alegre (Rio Grande do Sul) ambas al nivel del mar.
La nieve es rara, pues se registra de media una vez cada 10 años. Oficialmente, se ha registrado precipitación de nieve en los años 1889, 1892, 1912, 1928 (dos días), 1943, 1955, 1957, 1963, 1975, 1979, 1981, 1988 y 2013, aunque existen probabilidades de nevadas cada invierno riguroso, y siempre la espera la población curitibana en todos los inviernos"
Es cierto que por edad la selección afronta un cambio generacional pero esta misma generación hace un año ganó en el Parque de los Príncipes a Francia cuando estaba entre la espada y la pared.
El problema no está ahí. Probablemente habríamos perdido con Alemania o Brasil, pero no nos habríamos ido de esta manera, dando esta imagen patética.
Nos habríamos ido con la cabeza alta, en una semifinal, por un gol o perdiendo en el último segundo en la tanda de penaltis, en definitiva haciendo honor a lo que ya es leyenda de este equipo.
La diferencia entre la cabeza alta y la cabeza baja tiene su origen en otro lugar que está fuera del campo de juego.
Nos hemos ido a concentrar a una ciudad de Brasil donde a veces nieva y que está a 900 metros de altura.
El primer partido lo jugamos a nivel del mar y con un 85% de humedad y el segundo en Maracaná bajo similares condiciones.
Blanco y en botella.
Nuestro principal problema ha sido físico.
No ha faltado el motor para hacer nuestro juego y si se piensa bien es normal.
Es una pena que un equipo así tenga un final tan poco a la altura de su leyenda, pero nos lo hemos buscado.
En alguna parte del organigrama de la Federación hay un tipo a quién le pareció Curitiba una buena opción teniendo en cuenta las condiciones climáticas de los campos en los que íbamos a jugar, la edad de nuestros jugadores esenciales y lo machacados que venían de la temporada.
Error garrafal y lo peor es que se trata de un error planificado, organizacional, de los que criticaba el eterno y venenoso José María García en las noches radiofónicas de los ochentas del siglo pasado.
No es un tema de jugadores, sino de la propia federación empezando por el marqués que entrena la selección: preparar en altura un mundial cuya mayor parte de partidos van a ser jugados en condiciones opuestas y, en algunos casos, bastante extremas.
Ellos, los jugadores, son una maravillosa e inolvidable generación.
Según la Wikipedia...
"Curitiba tiene la menor temperatura media anual de entre las capitales brasileñas. Esa característica se debe a su altitud, que garantiza un clima más frío que el de las dos capitales estatales más al sur, Florianópolis (Santa Catarina) y Porto Alegre (Rio Grande do Sul) ambas al nivel del mar.
La nieve es rara, pues se registra de media una vez cada 10 años. Oficialmente, se ha registrado precipitación de nieve en los años 1889, 1892, 1912, 1928 (dos días), 1943, 1955, 1957, 1963, 1975, 1979, 1981, 1988 y 2013, aunque existen probabilidades de nevadas cada invierno riguroso, y siempre la espera la población curitibana en todos los inviernos"
Es cierto que por edad la selección afronta un cambio generacional pero esta misma generación hace un año ganó en el Parque de los Príncipes a Francia cuando estaba entre la espada y la pared.
El problema no está ahí. Probablemente habríamos perdido con Alemania o Brasil, pero no nos habríamos ido de esta manera, dando esta imagen patética.
Nos habríamos ido con la cabeza alta, en una semifinal, por un gol o perdiendo en el último segundo en la tanda de penaltis, en definitiva haciendo honor a lo que ya es leyenda de este equipo.
La diferencia entre la cabeza alta y la cabeza baja tiene su origen en otro lugar que está fuera del campo de juego.
Nos hemos ido a concentrar a una ciudad de Brasil donde a veces nieva y que está a 900 metros de altura.
El primer partido lo jugamos a nivel del mar y con un 85% de humedad y el segundo en Maracaná bajo similares condiciones.
Blanco y en botella.
Nuestro principal problema ha sido físico.
No ha faltado el motor para hacer nuestro juego y si se piensa bien es normal.
Es una pena que un equipo así tenga un final tan poco a la altura de su leyenda, pero nos lo hemos buscado.
En alguna parte del organigrama de la Federación hay un tipo a quién le pareció Curitiba una buena opción teniendo en cuenta las condiciones climáticas de los campos en los que íbamos a jugar, la edad de nuestros jugadores esenciales y lo machacados que venían de la temporada.
Error garrafal y lo peor es que se trata de un error planificado, organizacional, de los que criticaba el eterno y venenoso José María García en las noches radiofónicas de los ochentas del siglo pasado.
No es un tema de jugadores, sino de la propia federación empezando por el marqués que entrena la selección: preparar en altura un mundial cuya mayor parte de partidos van a ser jugados en condiciones opuestas y, en algunos casos, bastante extremas.
Ellos, los jugadores, son una maravillosa e inolvidable generación.
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