sábado, junio 28, 2014

Saving Mr. Banks

Al final la historia la escriben los vencedores porque los vencedores en su victoria se apropian de esa realidad que luego, con el paso del tiempo, se convierte en objeto de la historia.

Y escribo ésto porque "Saving Mr. Banks" es, en contra de su voluntad, un magnífico ejemplo de una victoria: la del cine americano como colonizador de nuestro inconsciente, aspecto que denunciaban aquellos dos entrañables vagabundos que protagonizaban la película de Wim Wenders "En el curso del tiempo".

En este sentido, el cine de Disney es el mascarón de proa de esa posesión de nuestro inconsciente y es la productora Disney la que presenta esta "Saving Mr. Banks" en la que reivindica una vez más el poder casi taumatúrgico de su negocio concebido como fábrica de sueños.

Durante 20 años la escritoria P.J. Travers se resistió a ceder los derechos de su obra "Mary Poppins" al propio Disney. Finalmente, y por motivos económicos, la escritora cedió y lo que se nos muestra en "Saving Mr. Banks" es el modo en que el cine salva a la propia Travers salvando, a su vez, una historia que para la escritora tenía un valor personal íntimo y esencial.

Pero, en realidad, Travers nunca quedó satisfecha con el trabajo trivializante que Disney hizo de su historia llegando incluso a dejar escrito en su testamento que los derechos de sus obras jamás se cediesen a la productora norteamericana.

Y, sin embargo, en "Saving Mr. Banks" vemos otra cosa, en concreto su contraria: una nueva edición de la magia del cine haciendo su trabajo amparándose en el anonimato de la sala oscura.

Alguien como Disney no podía estar equivocado.

De hecho, y aún después de muerto, sigue sin estarlo... y si él no se equivoca, su público por supuesto tampoco.

Como "The Butler", "Saving Mr. Banks" es una película política en su variante de descripción laudatoria de un esquema de valores, de un orden establecido y en ella el cine como industria se legitima, continúa escribiendo la historia, frente a las dudas de una escritora que finalmente descubre su error.

Al final, en "Saving Mr. Banks" ganan los buenos.

Por lo demás, y como producto la película funciona merced fundamentalmente por el magnífico elenco actoral en el que destacan la estupenda Emma Thompson interpretando a P.J. Travers y al dúctil Tom Hanks dando inteligente vida a un Disney que parece más un personaje extraído de sus propias películas que alguien real.

En su primera mitad, "Saving Mr. Banks" tiene magníficos momentos de humor especialmente en el modo tan flemático en que la británica Travers procesa su shock ante la experiencia de lo americano... antes, por supuesto, de su conversión.

Porque ya se sabe que ningún hombre o mujer de buena voluntad puede resistirse a la experiencia directa de la divinidad.

Interesante.

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