Cuando era un chaval y la Real Sociedad ganaba la liga de fútbol eran las series de dos rombos.
Se emitían por la única televisión posible, la española, que cuando emitía lo hacía de verdad y solían programarse a las diez de la noche los lunes, como para empezar la semana con fuerza.
Eran series como "Hombre rico, Hombre Pobre", "Capitanes y Reyes" o "Flamingo Road", grandes relatos televisivos que pretendían trascender, hacia la calidad, las tradicionales "soap opera", la versión norteamericana de los folletines latinoamericanos de toda la vida.
En ellas, sus personajes se debatían entre el deseo y el exceso, buscando forjarse un camino de ambición en un mundo en el que el infierno siempre terminaban siendo los otros.
Sexo, ambición, poder, dinero, lujuria... sus temas siempre procedían de hábiles escritores comerciales como Harold Robbins, Jacqueline Susan, Sidney Sheldon o Irving Wallace.
"The Spoils of Babylon" parodia con bastante gracia todo ese género que contó con gran predicamento popular en las sociedades capitalistas occidentales en las década de los setentas y principios de los ochentas del siglo pasado.
El yo deseante, en constante búsqueda de sí mismo y del dinero necesario para realizarse, pasó de ser un caso de diván de psiquiatra a convertirse en todo un icono cultural y aspiracional que oportunamente proporcionaba un soporte ideológico a un modo de hacer, y sobre todo de sentir las cosas: el del capitalismo de consumo.
La moralidad ya no es una solución, se convierte en como mínimo un handicap siendo casi siempre un problema que convierte a las personas en vulnerables.
Las bajas pasiones como espectáculo.
De aquellos polvos, vienen estos lodos.
Un Eric Jonrosh (Will Ferell) que recuerda al genial y orondo Orson Welles en el final de su vida presenta a su público "The Spoils of Babylon".
Se trata de una serie maldita que está basada en un bestseller del mismo nombre que el propio Jonrosh escribió.
La historia es larga.
Primero Jonrosh quiso llevarla al cine y el resultado fue una película de 24 horas de duración que el propio Jonrosh, incomprensiblemente, no pudo estrenar. Posteriormente y en la ruina más absoluta, el propio Jonrosh decide hacer una adaptación para la televisión reduciendo la película a seis capítulos de media hora de duración.
La serie nos cuenta el amor imposible de Cynthia Morehouse (Kristen Wiig) y su hermanastro Devon (Tobey Maguire), desde la pobreza hasta la riqueza y con el petróleo como fondo.
El resultado es atractivo moviéndose entre la bufonada y la parodia inteligente... y es lo suficientemente corto como para que no de tiempo al espectador a ir mas allá haciéndose preguntas de mayor enjundia.
Entretenido.
Se emitían por la única televisión posible, la española, que cuando emitía lo hacía de verdad y solían programarse a las diez de la noche los lunes, como para empezar la semana con fuerza.
Eran series como "Hombre rico, Hombre Pobre", "Capitanes y Reyes" o "Flamingo Road", grandes relatos televisivos que pretendían trascender, hacia la calidad, las tradicionales "soap opera", la versión norteamericana de los folletines latinoamericanos de toda la vida.
En ellas, sus personajes se debatían entre el deseo y el exceso, buscando forjarse un camino de ambición en un mundo en el que el infierno siempre terminaban siendo los otros.
Sexo, ambición, poder, dinero, lujuria... sus temas siempre procedían de hábiles escritores comerciales como Harold Robbins, Jacqueline Susan, Sidney Sheldon o Irving Wallace.
"The Spoils of Babylon" parodia con bastante gracia todo ese género que contó con gran predicamento popular en las sociedades capitalistas occidentales en las década de los setentas y principios de los ochentas del siglo pasado.
El yo deseante, en constante búsqueda de sí mismo y del dinero necesario para realizarse, pasó de ser un caso de diván de psiquiatra a convertirse en todo un icono cultural y aspiracional que oportunamente proporcionaba un soporte ideológico a un modo de hacer, y sobre todo de sentir las cosas: el del capitalismo de consumo.
La moralidad ya no es una solución, se convierte en como mínimo un handicap siendo casi siempre un problema que convierte a las personas en vulnerables.
Las bajas pasiones como espectáculo.
De aquellos polvos, vienen estos lodos.
Un Eric Jonrosh (Will Ferell) que recuerda al genial y orondo Orson Welles en el final de su vida presenta a su público "The Spoils of Babylon".
Se trata de una serie maldita que está basada en un bestseller del mismo nombre que el propio Jonrosh escribió.
La historia es larga.
Primero Jonrosh quiso llevarla al cine y el resultado fue una película de 24 horas de duración que el propio Jonrosh, incomprensiblemente, no pudo estrenar. Posteriormente y en la ruina más absoluta, el propio Jonrosh decide hacer una adaptación para la televisión reduciendo la película a seis capítulos de media hora de duración.
La serie nos cuenta el amor imposible de Cynthia Morehouse (Kristen Wiig) y su hermanastro Devon (Tobey Maguire), desde la pobreza hasta la riqueza y con el petróleo como fondo.
El resultado es atractivo moviéndose entre la bufonada y la parodia inteligente... y es lo suficientemente corto como para que no de tiempo al espectador a ir mas allá haciéndose preguntas de mayor enjundia.
Entretenido.
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