“Hay algo que tienen en común esta mentalidad y estas situaciones: son los sentimientos de los seres que se saben oprimidos por los imperios blancos desde hace siglos. Este mundo nuestro de la gran moratoria, de la libertad frente al temor y la miseria, no tiene nada que ver con ellos; no confían en él ni un ápice, porque sus fundamentos se hunden en los huesos de los pueblos de color. Consideran que nuestro parloteo sobre los derechos humanos e suna hipocresía descarada; lo que se les hizo a los judíos, afirman, responden a los modos usuales de dominación de los blancos en los cuatro continentes”.
Pasión o sumisión: lo que el fútbol argentino enseña al Atleti
Hay una escena en la película argentina El secreto de sus ojos que me fascinó cuando la vi por primera vez. El investigador busca a un asesino desaparecido y su amigo Sandoval le dice una frase que se me quedó grabada: “El tipo puede cambiar de casa, de nombre, de trabajo… pero nunca va a cambiar de pasión” . Entonces lo entendí como algo bello: la pasión como raíz firme de identidad, una fidelidad que sobrevive al miedo y al tiempo. Me conmovió pensar que algo así podía definirnos para siempre. Pero, con los años, empecé a mirar de otro modo esa fidelidad absoluta. Soy simpatizante del Atlético de Madrid y no soy un buen aficionado según los estándares actuales. Hay cosas que veo, no me gustan y lo digo. He visto cómo, a lo largo de la última década, la relación entre la afición y el equipo ha cambiado. Con la llegada de Diego Simeone , el club consolidó un relato que exalta la entrega sin condiciones: luchar, sufrir, creer hasta el final. Ese discurso, que al principio unió a la hi...

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