No es una tontería encabezar la intención directa de voto.
El partido que encabeza la intención directa de voto tiene altas probabilidades de ganar las elecciones. No tiene por qué ganarlas, pero sus probabilidades son importantes.
La intención directa de voto mide el recuerdo espontáneo, es decir, recoge las respuestas de aquellos que saben decir a quién votarán si mañana se celebrasen las elecciones. No obstante, los porcentajes de indecisos y de personas que no contestan son altos y se intenta con la estimación de voto recuperar a ese importante grupo de encuestados a la causa de la elección.
Esto se suele hacer cruzando los datos de intención de voto con el recuerdo de voto de las últimas elecciones o con la simpatía expresada por un partido u otro. Me he dedicado casi diez años al mundo de las encuestas y puedo decir que en general las medidas de corrección de esa intención de voto tienen que ver con el pasado.
Es por esto que las estimaciones de voto son muy buenas para predecir el más de lo mismo y no tanto para detectar las presencias disruptivas como puede ser la de Podemos, para la que no hay históricos a los que recurrir.
Esto es lo que se llama el sobreajuste que es un error de sesgo estadístico que tiene que ver con dar más importancia a lo que ha sucedido que a lo que puede suceder. Es decir, en el ajuste se aplican formulas que recogen un estatus quo que se prolonga desde el pasado y este ajuste basado en el pasado, por ejemplo el recuerdo de voto de las últimas elecciones, dificulta percibir las nuevas tendencias al sobrerepresentar las pautas que se han repetido en el pasado.
Me gustaría saber que criterio están siguiendo para ponderar la intención directa de voto, pero estoy seguro que hay sobreajuste por lo que en la estimación de voto salen más beneficiados el PP y el PSOE que Podemos.
No obstante, el crecimiento exponencial desde la nada en la intención directa de voto unido al primer lugar que ocupa en intención directa de voto deberían, como mínimo, poner entre comillas ese tercer lugar que la estimación de voto augura a Podemos.
Es difícil para los propios sociólogos encontrar un criterio para entender un movimiento transversal como Podemos, entendimiento que permita encontrar un criterio de ponderación de la intención directa de voto.
Seguro que se ha optado por la rutina del recuerdo de voto en las últimas elecciones generales o en las últimas elecciones del tipo que sean y este criterio favorece más a los partidos de la casta que a un player nuevo como Podemos.
Así que no despreciemos el primer puesto de Podemos en intención directa de voto.
En mi experiencia como sociólogo el partido más votado en intención directa de voto ha solido ganar o perder por muy poco. El valor que aporta l estimación de voto es el grado de la victoria, permite afinar el número de escaños, pero, y como digo, es raro que el partido más votado en intención directa de vota no sea el más votado en la estimación.
El partido que encabeza la intención directa de voto tiene altas probabilidades de ganar las elecciones. No tiene por qué ganarlas, pero sus probabilidades son importantes.
La intención directa de voto mide el recuerdo espontáneo, es decir, recoge las respuestas de aquellos que saben decir a quién votarán si mañana se celebrasen las elecciones. No obstante, los porcentajes de indecisos y de personas que no contestan son altos y se intenta con la estimación de voto recuperar a ese importante grupo de encuestados a la causa de la elección.
Esto se suele hacer cruzando los datos de intención de voto con el recuerdo de voto de las últimas elecciones o con la simpatía expresada por un partido u otro. Me he dedicado casi diez años al mundo de las encuestas y puedo decir que en general las medidas de corrección de esa intención de voto tienen que ver con el pasado.
Es por esto que las estimaciones de voto son muy buenas para predecir el más de lo mismo y no tanto para detectar las presencias disruptivas como puede ser la de Podemos, para la que no hay históricos a los que recurrir.
Esto es lo que se llama el sobreajuste que es un error de sesgo estadístico que tiene que ver con dar más importancia a lo que ha sucedido que a lo que puede suceder. Es decir, en el ajuste se aplican formulas que recogen un estatus quo que se prolonga desde el pasado y este ajuste basado en el pasado, por ejemplo el recuerdo de voto de las últimas elecciones, dificulta percibir las nuevas tendencias al sobrerepresentar las pautas que se han repetido en el pasado.
Me gustaría saber que criterio están siguiendo para ponderar la intención directa de voto, pero estoy seguro que hay sobreajuste por lo que en la estimación de voto salen más beneficiados el PP y el PSOE que Podemos.
No obstante, el crecimiento exponencial desde la nada en la intención directa de voto unido al primer lugar que ocupa en intención directa de voto deberían, como mínimo, poner entre comillas ese tercer lugar que la estimación de voto augura a Podemos.
Es difícil para los propios sociólogos encontrar un criterio para entender un movimiento transversal como Podemos, entendimiento que permita encontrar un criterio de ponderación de la intención directa de voto.
Seguro que se ha optado por la rutina del recuerdo de voto en las últimas elecciones generales o en las últimas elecciones del tipo que sean y este criterio favorece más a los partidos de la casta que a un player nuevo como Podemos.
Así que no despreciemos el primer puesto de Podemos en intención directa de voto.
En mi experiencia como sociólogo el partido más votado en intención directa de voto ha solido ganar o perder por muy poco. El valor que aporta l estimación de voto es el grado de la victoria, permite afinar el número de escaños, pero, y como digo, es raro que el partido más votado en intención directa de vota no sea el más votado en la estimación.
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