La imagen que me queda de "Magic in the moonlight" no procede de la película en sí.
Es la imagen de un cine repleto que, después de lo que se supone es un mágico final romántico, reacciona con confusa torpeza cuando las luces se encienden. Intentando procesar en un espeso y pesado silencio el bodrio que acaba de ver, componiendo una especie de improvisado velatorio del talento de Woody Allen, preocupados ya por intentar sacar algo bueno del desastre sin paliativos al que acaban de enfrentarse y sin saber demasiado por dónde empezar.
De la cuidadosa observación de ese silencio casi de tanatorio que profesaban mis compañeros espectadores en una infausta tarde de Invierno saqué la conclusión de que no estaba sólo: acababa de ver una auténtica mierda.
Nadie salía recordando con una sonrisa o una carcajada algún chiste o momento afortunado, que la película alguno tiene. No demasiados, casi ninguno, pero alguno tiene.
Nada.
Cero.
Y es comprensible porque estoy convencido de que "Magic in the moonlight" jamás habría salido a la luz de no estar amparada por el nombre de Woody Allen.
Todo es manifiestamente mejorable en una historia en la que Allen se mueve con evidente torpeza entre las claves de comedia burguesa de Noel Coward y el cinematográfico melodrama romántico que gente como Mitchell Leisen pudiera haber rodado en la época clásica de Hollywood.
De hecho, el titulo se me antoja muy Mitchell Leisen y uno se imagina que ese mago al que tan tibiamente da vida un Colin Firth, que parece no creerse nada de lo que tiene que decir, bien pudiera ser el estupendo Charles Boyer.
En fin, con el crédito ya agotado en los Estados Unidos, poco a poco Allen empieza a agotar su crédito en Europa perpetrando bodrios como este, con cero autocrítica, ligeramente pedantes e incluso mal planificados: ausencia total de planos medios en las interminables escenas de diálogo que quedan reducidas a un esclerótico juego de plano-contraplano en el que parece que los actores no se dirigen a nadie... ni siquiera el público.
Por no hablar del inmotivado giro hacia el amor que pega el personaje protagonista que pasa, en un alarde de bipolaridad, de la criticona desconfianza hacia la medium a convertirse en un enamorado profesor Higgins (quizá las líneas de diálogo en esta frase sean lo mejor de la película) pasando por un enloquecido momento de euforia por el descubrimiento de lo mágico... El espectador no sabe ni cuando se enamora ni por qué, falta algún plano sutil, una palabra precisa, cine de verdad; simplemente el personaje se enamora porque sí, quedando la historia desprovista de uno de sus mayores puntos de interés porque el que se pretende emocionante y mágico final se basará en ese amor.
Y podría seguir.
Los buenos momentos, que los tiene, no compensan este absurdo general en el que Allen también demuestra que tampoco tiene nada nuevo que contar sobre la vida y la muerte o, por lo menos, nada que Corin Tellado no supiera.
En definitiva, no hay por donde coger "Magic in the moonlight", que afortunadamente no es demasiado larga ahorrando al espectador mayores sufrimientos.
Hasta de pena ver el trailer.
Ni magic ni moonlight ni in the.
El rey está desnudo.
Mala y punto.
Es la imagen de un cine repleto que, después de lo que se supone es un mágico final romántico, reacciona con confusa torpeza cuando las luces se encienden. Intentando procesar en un espeso y pesado silencio el bodrio que acaba de ver, componiendo una especie de improvisado velatorio del talento de Woody Allen, preocupados ya por intentar sacar algo bueno del desastre sin paliativos al que acaban de enfrentarse y sin saber demasiado por dónde empezar.
De la cuidadosa observación de ese silencio casi de tanatorio que profesaban mis compañeros espectadores en una infausta tarde de Invierno saqué la conclusión de que no estaba sólo: acababa de ver una auténtica mierda.
Nadie salía recordando con una sonrisa o una carcajada algún chiste o momento afortunado, que la película alguno tiene. No demasiados, casi ninguno, pero alguno tiene.
Nada.
Cero.
Y es comprensible porque estoy convencido de que "Magic in the moonlight" jamás habría salido a la luz de no estar amparada por el nombre de Woody Allen.
Todo es manifiestamente mejorable en una historia en la que Allen se mueve con evidente torpeza entre las claves de comedia burguesa de Noel Coward y el cinematográfico melodrama romántico que gente como Mitchell Leisen pudiera haber rodado en la época clásica de Hollywood.
De hecho, el titulo se me antoja muy Mitchell Leisen y uno se imagina que ese mago al que tan tibiamente da vida un Colin Firth, que parece no creerse nada de lo que tiene que decir, bien pudiera ser el estupendo Charles Boyer.
En fin, con el crédito ya agotado en los Estados Unidos, poco a poco Allen empieza a agotar su crédito en Europa perpetrando bodrios como este, con cero autocrítica, ligeramente pedantes e incluso mal planificados: ausencia total de planos medios en las interminables escenas de diálogo que quedan reducidas a un esclerótico juego de plano-contraplano en el que parece que los actores no se dirigen a nadie... ni siquiera el público.
Por no hablar del inmotivado giro hacia el amor que pega el personaje protagonista que pasa, en un alarde de bipolaridad, de la criticona desconfianza hacia la medium a convertirse en un enamorado profesor Higgins (quizá las líneas de diálogo en esta frase sean lo mejor de la película) pasando por un enloquecido momento de euforia por el descubrimiento de lo mágico... El espectador no sabe ni cuando se enamora ni por qué, falta algún plano sutil, una palabra precisa, cine de verdad; simplemente el personaje se enamora porque sí, quedando la historia desprovista de uno de sus mayores puntos de interés porque el que se pretende emocionante y mágico final se basará en ese amor.
Y podría seguir.
Los buenos momentos, que los tiene, no compensan este absurdo general en el que Allen también demuestra que tampoco tiene nada nuevo que contar sobre la vida y la muerte o, por lo menos, nada que Corin Tellado no supiera.
En definitiva, no hay por donde coger "Magic in the moonlight", que afortunadamente no es demasiado larga ahorrando al espectador mayores sufrimientos.
Hasta de pena ver el trailer.
Ni magic ni moonlight ni in the.
El rey está desnudo.
Mala y punto.
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