“En resumen, ¿qué nos dicen esos experimentos, estudios y encuestas? Lo primero es que el dinero no da la felicidad. Si bien la pobreza genera desesperanza, el aumento de riqueza, una vez logrado un nivel mínimo de comodidad, también genera desesperación. Segundo, el materialismo desenfrenado no hace que la gente sea más feliz y es causa de marginación, temor, desconfianza y soledad.
En tercer lugar, el ser humano no se guía por el deseo insaciable de posesiones materiales como los economistas quieren hacernos creer, sino por el deseo de formar vínculos sociales. Lo que nos hace felices, una vez satisfechos los requisitos mínimos para el bienestar, es la camaradería y el afecto.”

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