viernes, febrero 06, 2015

Contra Alemania

Históricamente Alemania nunca ha sido un buen compañero de viaje para aquellos países que eligieron unir su destino al destino del país centro-europeo.

No lo fue en los principales momentos del pasado siglo XX y tampoco lo es ahora cuando se empeña en negar a los demás aquello que otros le concedieron.

Y se lo concedieron para poder vivir después de haber desencadenado una guerra atroz que diezmó las poblaciones de esos mismos países que sólo diez años más tarde decidieron dar un respiro a los alemanes, siendo conscientes quizá de que estos no eran responsables de la inmensa deuda que su país contrajo con el resto de Europa.

Ahora, Alemania se ha vuelto exigente con aquellos que le deben.

Se empeña en una única vía y se empeña tambien en dar por buenas las terribles consecuencias sociales que está acarreando obligar a los griegos a seguir esa vía única.

Ese era el gran talento de Eichmann, el de la eficiencia por encima de todo, incluso sobre la vida de las personas, olvidando qué era lo que llevaba los trenes y preocuparse únicamente porque los trenes saliesen y llegasen a tiempo a los campos de concentración, por hacer las cosas bien cayese quien cayese.

La pura banalización del mal.

Porque al final, de tanto hablar, nos estamos olvidando que, por ejemplo, de tanto querer pagar la deuda la gente no tiene para medicinas y se muere.

Justo igual que Eichmann, la misma clase de olvido cruel.

Y también nos estamos olvidando de que quién propone alternativas no es un vendedor de aspiradoras sino el representante electo de la nación griega y que éste tiene sus razones, que son las razones de un pueblo, y que merece un respeto, como mínimo la escenificación del esfuerzo de buscar alternativas.
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Entre ciudadanos, querer cobrar una deuda y presionar al deudor hasta el punto de que salte por la ventana es un delito.

Entre países parece que no es lo mismo.

Es por este empeño ciego en la austeridad por el que ahora, igual que antes aunque por diferentes razones, Alemania sigue siendo la mala compañía que fue durante buena parte del siglo XX.

Y no lo olvidemos nunca.

Cuando alguien insiste en pagar la deuda por encima de todo, algo malo le pasa a alguien en Grecia.

Que cada quién se responsabilice de lo que piensa.

Eso también es democracia.

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