domingo, marzo 01, 2015

Birdman

Tiene dos cosas muy buenas "Birdman", dos cosas cuya combinación hace imposible que la opinión del espectador sea mala porque cubren los dos aspectos esenciales de todo acto de comunicación y que cubren la forma y el fondo, el continente y el contenido.

En cuanto al fondo, está el texto que es potente y completo, podríamos adjetivarlo como teatral entendiendo este signifricado como algo dramático, sustancial, interesante en su temática, en los diferentes temas que trata, pero también en el modo en que se presenta, el modo en que los diferents personajes se expresan y lo expresan.

En cuanto a la forma, está la manera en que se cuenta, con una cámara aerea que flota alrededor de los personajes y detrás de ellos, encontrándolos y siguiendo, penetrando con ellos en el espacio y en el tiempo, obviando una puesta en escena que de pistas al espectador sobre lo que va a suceder.

Así, todo resulta sorprendente y lo que sorprende resulta interesante en un tour de force narrativo que alimenta sin decepcionar la mirada del espectador que va encontrando personajes, situaciones, temas, intereses... porque aunque "Birdman" nos cuenta las duda de una actor de cine industrial que quiere probarse en el elitista mundo teatral también es muchas más cosas, cosas que presenta con acierto y talento un texto muy rico, que utiliza la volatilidad de su protagonista como gatillo para presentar un paseo por lo divino y lo humano de la humana condición.

Un paseo que se mueve entre la realidad y la ficción, pero también saltando mágicamente de un momento a otro dentro de la realidad, merced a esa cámara aérea cuyo único propósito es no perder el hilo de la historia que nos cuenta, una historia muy deudora en sus planteamientos más generales y estratégicos de ese clásico del italiano Fellini llamado "Ocho y medio".

La crisis y la duda, sus efectos sobre el estado de ánimo están ahí, como punto de partida. La fragilidad del creador en busca de reconstruir la zona de confortabilidad y la descripción de ese viaje sin rumbo por su entorno más inmediato compuesto de personajes que también dudan y buscan, una viaje que sólo se convierte en búsqueda una vez que se produce el encuentro.

Los orígenes de "Birdman" están ahí, convertidos en punto de partida para generar algo distinto y valioso en sí mismo, porque la película es un afinado concierto de precisamente de todo un desconcierto de personajes, voluntades, intereses, afinidades que expresa temáticas como el fracaso y el éxito, el amor y el desamor, el arte y la industria, el cine y el teatro, la culpa y el arrepentimiento, el eterno presente y el paso del tiempo... Casi nada.

Y "Birdman" es un proyecto que necesita de auténticos actores para funcionar como mecanismo narrativo, actores que puedan soportar el cuerpo a cuerpo con el abismo negro del objetivo que les enfoca, que literalmente les persigue como un paparazzi de Via Veneto buscando el menor brillo de verdad en un difícil primer plano que es casi constante. Todos están esplendidos empezando por el tradicionalmente histrónico Michael Keaton y terminando por Edward Norton, Naomi Watts.

Deben de estarlo.

La distancia tan corta que les propone "Birdman" es todo un reto.

Sólo dos pegas.

Por un lado, ese final excesivo convertido en una especie de lazito rosa que se le pone a una historia que en absoluto necesita y, por otro, la clamorosa ausencia del blanco y negro en una historia que en todo momento lo pide a grites.

En fin, nadie es perfecto.

Y "Birdman" no lo es, pero se acerca bastante.

Buena.




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