Es muy interesante que una religión como la cristiana haya generado un concepto, el silencio de Dios, para procesar los propios e internos sentimientos de duda de los suyos, de sus creyentes acerca de la propia creencia en ese Dios.
No sé si en el resto de religiones existe un concepto parecido, religiones que abren una válvula de escape a la no creencia en el Dios que soporta esa misma religión.
En cualquier caso, y sobre el silencio de Dios, Ingmar Bergman filma en 1963 "Los Comulgantes", una de sus mejores películas.
El protagonista de "Los Comulgantes" es un pastor protestante llamado Tomas Erickson, magnificamente interpretado por un sobrio Gunnar Björnstrand, uno de los actores clásicos de Bergman.
Como consecuencia de la muerte de su mujer, Erickson ha perdido la fe. No hace otra cosa que escuchar constantemente ese silencio de Dios que, a su vez, no es otra cosa que el sonido de una nada, de un vacío que antes ocupaba ese concepto.
Pero lo peor de "Los Comulgantes" no es que Erickson sea un religioso que ha dejado de creer en Dios, lo más terrible es el efecto distorsionante que esa falta de fe tiene sobre los personajes que le rodean, sobre eso que se define con la palabra "rebaño".
Este efecto destructivo se expresa de manera brutal en la relación que tiene Erickson con el pescador Jonas Person, interpretado por Max von Sydow.
Erickson será incapaz de proporcionar a Person el consuelo que este busca en él a sus dudas. Y mucho más, no mostrará la menor compasión con él, perdido egoístamente en su dolor, aprovechando su debilidad para mostrarle las suyas.
En este sentido, el empeño de Erickson por continuar le muestra al espectador como un ser terrible en su inmenso egoísmo que termina proyectando hacia el exterior el vacío interior que él mismo siente. Un vacío que Bergman expresa de manera metafórica en las ceremonias en templos vacíos que Erickson preside casi mecanicamente.
Porque "Los Comulgantes" es una película cíclica.
Empieza con una misa que Erickson da en una iglesia medio vacía y termina con otra misa en una iglesia completamente vacía, casi a oscuras en la que Erickson completa una vuelta en su espiral de autodestrucción espiritual, en la que se transparente lo poco que le queda a Erickson para aferrarse.
"Los Comulgantes" es una película extraordinaria.
No sé si en el resto de religiones existe un concepto parecido, religiones que abren una válvula de escape a la no creencia en el Dios que soporta esa misma religión.
En cualquier caso, y sobre el silencio de Dios, Ingmar Bergman filma en 1963 "Los Comulgantes", una de sus mejores películas.
El protagonista de "Los Comulgantes" es un pastor protestante llamado Tomas Erickson, magnificamente interpretado por un sobrio Gunnar Björnstrand, uno de los actores clásicos de Bergman.
Como consecuencia de la muerte de su mujer, Erickson ha perdido la fe. No hace otra cosa que escuchar constantemente ese silencio de Dios que, a su vez, no es otra cosa que el sonido de una nada, de un vacío que antes ocupaba ese concepto.
Pero lo peor de "Los Comulgantes" no es que Erickson sea un religioso que ha dejado de creer en Dios, lo más terrible es el efecto distorsionante que esa falta de fe tiene sobre los personajes que le rodean, sobre eso que se define con la palabra "rebaño".
Este efecto destructivo se expresa de manera brutal en la relación que tiene Erickson con el pescador Jonas Person, interpretado por Max von Sydow.
Erickson será incapaz de proporcionar a Person el consuelo que este busca en él a sus dudas. Y mucho más, no mostrará la menor compasión con él, perdido egoístamente en su dolor, aprovechando su debilidad para mostrarle las suyas.
En este sentido, el empeño de Erickson por continuar le muestra al espectador como un ser terrible en su inmenso egoísmo que termina proyectando hacia el exterior el vacío interior que él mismo siente. Un vacío que Bergman expresa de manera metafórica en las ceremonias en templos vacíos que Erickson preside casi mecanicamente.
Porque "Los Comulgantes" es una película cíclica.
Empieza con una misa que Erickson da en una iglesia medio vacía y termina con otra misa en una iglesia completamente vacía, casi a oscuras en la que Erickson completa una vuelta en su espiral de autodestrucción espiritual, en la que se transparente lo poco que le queda a Erickson para aferrarse.
"Los Comulgantes" es una película extraordinaria.
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