No sé qué diablos pinta Bill Murray en un horror como "St. Vincent".
Imagino que tendrá muchas facturas que pagar porque, de lo contrario, no entiendo qué pinta un tipo como Murray en una película que más parece un episodio de aquella serie televisiva que protagonizara Michael Landon llamada "Autopista hacia el cielo".
"St. Vincent" es un buen ejemplo de un tipo de películas que detesto.
Abusando de eso que se llama "buenos sentimientos" hasta la sobredosis, utiliza el personaje de un niño para reivindicar la figura del personaje que protagoniza Bill Murray quién pasa de ser un misantropo y borrachín patito feo a heroico cisne de la vida por obra y gracia de ese estereotipo de pureza que se atribuye a la mirada infantil.
Y, por supuesto, al final quiere hacernos llorar.
Será la guinda que coronará este estragante pastel de azúcar llamado "St. Vincent" en el que, al final, "tó er mundo e guenísimo"
Un punto menos para Bill Murray.
(Naomi Watts está estupenda y hace creíble su imposible personaje de prostituta eslava)
Imagino que tendrá muchas facturas que pagar porque, de lo contrario, no entiendo qué pinta un tipo como Murray en una película que más parece un episodio de aquella serie televisiva que protagonizara Michael Landon llamada "Autopista hacia el cielo".
"St. Vincent" es un buen ejemplo de un tipo de películas que detesto.
Abusando de eso que se llama "buenos sentimientos" hasta la sobredosis, utiliza el personaje de un niño para reivindicar la figura del personaje que protagoniza Bill Murray quién pasa de ser un misantropo y borrachín patito feo a heroico cisne de la vida por obra y gracia de ese estereotipo de pureza que se atribuye a la mirada infantil.
Y, por supuesto, al final quiere hacernos llorar.
Será la guinda que coronará este estragante pastel de azúcar llamado "St. Vincent" en el que, al final, "tó er mundo e guenísimo"
Un punto menos para Bill Murray.
(Naomi Watts está estupenda y hace creíble su imposible personaje de prostituta eslava)
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