Directamente y por ganado a pulso derecho "The Congress" entra en el nada selecto grupo de películas que parten de una buena idea que no termina de ser bien desarrollada.
Hay muchos interesantes guiños de sentido: la virtualización como forma de control social, la relación de los actores con la digitalización, qué diablos ha hecho Robin Wright con su carrera... Supongo que bastante de ellas proceden de la novela del polaco Stanislaw Lem en que se basa, una novela que ya adelanto no ne leído, pero lo cierto es que "The Congress" no termina de funcionar.
Su principal lastre para mi gusto es la parte de la animación cuya presencia está exagerada, resulta demasiado larga aportando una y otra vez la misma idea de mundo alternativo que posibilita a las personas la fantasía de realizarse como sueño.
Precisamente, a ese congreso que da titulo a la película le sobran diez o quince minutos, un lapso de tiempo que se basta para engordar y hacer demasiado pesada a la historia, despistando al espectador en una serie de sucesivos guiños visuales que le apartan de lo esencial de la historia que no es otra cosa que la contraposición entre el mundo real y el fantásico.
Grave error.
Además, no creo que estén demasiado bien ensambladas la parte que sin duda tiene que proceder de la novela de Lem con la parte de cosecha propia que tiene que ver con las andanzas de Wright desposeída de sí misma y de su yo digital.
Hay un momento en que la historia salta de una a otra y lo hace sin más, porque sí y sin duda los guionistas se lo merecen.
Las peripecias de Wright, sus conflictos con su personaje digital, dejan de importar y de pronto el espectador se encuentra en una distopía en que lo virtual se ha convertido en una válvula de escape, de control social.
Las sensaciones que me producen "The Congress" no son demasiado buenas: excesiva e innecesaria complejidad, desequilibrio, desestructuración y, sí, una cierta pesadez como consecuencia de una incontinente repetición de lo mismo.
Y no deja de tener gracia que "The Congress" sea otra mala elección de la real Robin Wright siendo este el argumento que en la película se utiliza para convencer a un personaje que se llama Robin Wright y que interpreta Robin Wright para que ceda sus derechos digitales.
Las malas elecciones de proyectos cinematográficos en lo real y en lo virtual se confunden para Robin Wright.
Mucho ruido y pocas nueces ofrece "The Congress".
Hay muchos interesantes guiños de sentido: la virtualización como forma de control social, la relación de los actores con la digitalización, qué diablos ha hecho Robin Wright con su carrera... Supongo que bastante de ellas proceden de la novela del polaco Stanislaw Lem en que se basa, una novela que ya adelanto no ne leído, pero lo cierto es que "The Congress" no termina de funcionar.
Su principal lastre para mi gusto es la parte de la animación cuya presencia está exagerada, resulta demasiado larga aportando una y otra vez la misma idea de mundo alternativo que posibilita a las personas la fantasía de realizarse como sueño.
Precisamente, a ese congreso que da titulo a la película le sobran diez o quince minutos, un lapso de tiempo que se basta para engordar y hacer demasiado pesada a la historia, despistando al espectador en una serie de sucesivos guiños visuales que le apartan de lo esencial de la historia que no es otra cosa que la contraposición entre el mundo real y el fantásico.
Grave error.
Además, no creo que estén demasiado bien ensambladas la parte que sin duda tiene que proceder de la novela de Lem con la parte de cosecha propia que tiene que ver con las andanzas de Wright desposeída de sí misma y de su yo digital.
Hay un momento en que la historia salta de una a otra y lo hace sin más, porque sí y sin duda los guionistas se lo merecen.
Las peripecias de Wright, sus conflictos con su personaje digital, dejan de importar y de pronto el espectador se encuentra en una distopía en que lo virtual se ha convertido en una válvula de escape, de control social.
Las sensaciones que me producen "The Congress" no son demasiado buenas: excesiva e innecesaria complejidad, desequilibrio, desestructuración y, sí, una cierta pesadez como consecuencia de una incontinente repetición de lo mismo.
Y no deja de tener gracia que "The Congress" sea otra mala elección de la real Robin Wright siendo este el argumento que en la película se utiliza para convencer a un personaje que se llama Robin Wright y que interpreta Robin Wright para que ceda sus derechos digitales.
Las malas elecciones de proyectos cinematográficos en lo real y en lo virtual se confunden para Robin Wright.
Mucho ruido y pocas nueces ofrece "The Congress".
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