Desde el principio de la película sabes que algo extraño pasa con Carol, una joven belga que trabaja en un salón de belleza londinense.
El modo abstraído en que sostiene la mano de su cliente es el punto de partida para la sutil descripción de un personaje que se encuentra al borde del desequilibrio, de la disolución en el abismo oscuro de la locura.
Porque lo que "Repulsión" describe con una sobrecogedora minuciosidad quirúrgica es el brote psicótico que terminará con lo poco quedaba de la Carol que la propia Carol a duras penas conseguía mantener cohesionado.
En "Repulsión", la segunda película de Roman Polanski, está lo más inquietante de su cine, que siempre tiene que ver con lo que sucede en las personas, de ojos para dentro y que las convierte en poco fiables puertas abiertas al abismo negro de esa salvaje irracionalidad que la psicología freudiana intentó cifrar.
El cine de Polanski siempre se desarrolla en dos niveles: uno, más superficial y narrativo, donde sucede una historia que se nos cuenta, similar al papel que juega lo consciente en la personalidad individual y que sirve de soporte para la aparición del segundo nivel, el de los detalles y matices, que siempre vehicula un significado sugerido, difícil de medir, equivalente a lo inconsciente y que siempre resulta inquietante para la mirada del espectador precisamente por esa incomensurabilidad que precisamente dimana de su carácter fragmentario y poco definido.
Sus imágenes son siempre superficies para la duda.
El valor de la realidad de las imágenes se resquebraja para mostrar la posibilidad de otros significados que parecen existir sólo en los momentos de oscuridad en los que sucede el parpadeo.
La inquietud está en la total ausencia de seguridad que debieran ofrecer los lugares comunes.
No en vano, el hogar,a la propia habitación o la comunidad de vecinos son uno de los lugares preferidos de Polanski para desatar sus infiernos. Recordemos, "La semilla del diablo" o "El quimérico inquilino".
Por definición su cine es perverso porque busca volver inseguro lo más seguro y, de entre todo, nuestros mecanismos de percepción de la realidad, los que nos hacen ver una silla cuando vemos una silla; mecanismos que se muestran frágiles y traicioneros cuando la locura y lo irracional aparecen,
En este sentido, Carol es un personaje arquetípico del cine Polanski sometido siempre a los rigores de un macabro juego en el que lo subjetivo se vuelve objetivo y viceversa.
Porque el lugar de la desconfianza y la inquietud está en "eso" tan complejo que llamamos "percepción".
Por eso hay tantos primeros planos de ojos en "Repulsión".
El ojo es la interfaz donde supuestamente subjetividad y objetividad se encuentran.
En unas ocasiones, el exterior penetra hacia el interior y en otras el interior llega demasiado lejos en el exterior, proyecta, se engaña... Ese es el drama.
Obra maestra.
El modo abstraído en que sostiene la mano de su cliente es el punto de partida para la sutil descripción de un personaje que se encuentra al borde del desequilibrio, de la disolución en el abismo oscuro de la locura.
Porque lo que "Repulsión" describe con una sobrecogedora minuciosidad quirúrgica es el brote psicótico que terminará con lo poco quedaba de la Carol que la propia Carol a duras penas conseguía mantener cohesionado.
En "Repulsión", la segunda película de Roman Polanski, está lo más inquietante de su cine, que siempre tiene que ver con lo que sucede en las personas, de ojos para dentro y que las convierte en poco fiables puertas abiertas al abismo negro de esa salvaje irracionalidad que la psicología freudiana intentó cifrar.
El cine de Polanski siempre se desarrolla en dos niveles: uno, más superficial y narrativo, donde sucede una historia que se nos cuenta, similar al papel que juega lo consciente en la personalidad individual y que sirve de soporte para la aparición del segundo nivel, el de los detalles y matices, que siempre vehicula un significado sugerido, difícil de medir, equivalente a lo inconsciente y que siempre resulta inquietante para la mirada del espectador precisamente por esa incomensurabilidad que precisamente dimana de su carácter fragmentario y poco definido.
Sus imágenes son siempre superficies para la duda.
El valor de la realidad de las imágenes se resquebraja para mostrar la posibilidad de otros significados que parecen existir sólo en los momentos de oscuridad en los que sucede el parpadeo.
La inquietud está en la total ausencia de seguridad que debieran ofrecer los lugares comunes.
No en vano, el hogar,a la propia habitación o la comunidad de vecinos son uno de los lugares preferidos de Polanski para desatar sus infiernos. Recordemos, "La semilla del diablo" o "El quimérico inquilino".
Por definición su cine es perverso porque busca volver inseguro lo más seguro y, de entre todo, nuestros mecanismos de percepción de la realidad, los que nos hacen ver una silla cuando vemos una silla; mecanismos que se muestran frágiles y traicioneros cuando la locura y lo irracional aparecen,
En este sentido, Carol es un personaje arquetípico del cine Polanski sometido siempre a los rigores de un macabro juego en el que lo subjetivo se vuelve objetivo y viceversa.
Porque el lugar de la desconfianza y la inquietud está en "eso" tan complejo que llamamos "percepción".
Por eso hay tantos primeros planos de ojos en "Repulsión".
El ojo es la interfaz donde supuestamente subjetividad y objetividad se encuentran.
En unas ocasiones, el exterior penetra hacia el interior y en otras el interior llega demasiado lejos en el exterior, proyecta, se engaña... Ese es el drama.
Obra maestra.
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