Viendo las últimas películas de Ridley Scott siempre he terminado pensando en el gran talento que tenía otro británico, David Lean, para construir épicas y espectaculares películas de larga duración que transcurrieran de manera fluida y redonda.
Porque viendo el cine de Scott mi mirada no tardaba en tropezar en algo, una carencia o una ausencia, que me hiciera pensar que estaba viendo un gran y estupenda película.
El atropellado final de "Exodus" o el no menos loco final de "Prometheus" son ejemplos que me vienen a la mente.
En cualquier caso, tengo que decir que este no es el caso de "The Martian", que es para mi gusto esa película épica y redonda que Scott viene queriendo hacer desde... GLADIATOR!.
Nada me ha chirriado viendo las aventuras y desventuras de este astronauta que, dado por perdido por sus compañeros, tiene que buscarse la vida en el Planeta Rojo.
Y quizás lo mejor que tiene "The Martian" es el tono positivo y optimista con el que se nos cuenta una historia que si se piensa bien tiene su rollito.
Nada de desgarrados dramas.
El voluntarioso optimismo de Whatney se convierte en el espíritu de una narración que está más interesada en contar cómo vivir en lugar de cómo no morir.
Quizás estos matices no signifiquen nada para tí, oh, tú, sujeto consumista que haces cola a la espera de que abran un nuevo Primark, pero no dejan de tener su importancia convirtiendo a "The Martian" en una epopeya no demasiado al uso pues la salvación del héroe no descansa sólo en la fuerza física sino también en la inteligencia.
Y seguramente lo que más me gusta de "The Martian" es esa reivindicación del pensamiento aunque paradojicamente se haga dentro de un producto que se exhibe ante un público que precisamente y en su mayoría no quiere pensar sino estar sedado mientras quienes pueden se juegan a los dados su destino.
Espero que alguno pille la idea.
En cualquier caso, y a la ruinosa altura en la que nos encontramos, encuentro hasta contracultural todo lo que sea convertir el pensar en sexy y por ello la visión de "The Martian" me produce un regusto placentero, casi orgásmico, en mi habitual soledad de persona culta y civilizada.
Muy recomendable.
Porque viendo el cine de Scott mi mirada no tardaba en tropezar en algo, una carencia o una ausencia, que me hiciera pensar que estaba viendo un gran y estupenda película.
El atropellado final de "Exodus" o el no menos loco final de "Prometheus" son ejemplos que me vienen a la mente.
En cualquier caso, tengo que decir que este no es el caso de "The Martian", que es para mi gusto esa película épica y redonda que Scott viene queriendo hacer desde... GLADIATOR!.
Nada me ha chirriado viendo las aventuras y desventuras de este astronauta que, dado por perdido por sus compañeros, tiene que buscarse la vida en el Planeta Rojo.
Y quizás lo mejor que tiene "The Martian" es el tono positivo y optimista con el que se nos cuenta una historia que si se piensa bien tiene su rollito.
Nada de desgarrados dramas.
El voluntarioso optimismo de Whatney se convierte en el espíritu de una narración que está más interesada en contar cómo vivir en lugar de cómo no morir.
Quizás estos matices no signifiquen nada para tí, oh, tú, sujeto consumista que haces cola a la espera de que abran un nuevo Primark, pero no dejan de tener su importancia convirtiendo a "The Martian" en una epopeya no demasiado al uso pues la salvación del héroe no descansa sólo en la fuerza física sino también en la inteligencia.
Y seguramente lo que más me gusta de "The Martian" es esa reivindicación del pensamiento aunque paradojicamente se haga dentro de un producto que se exhibe ante un público que precisamente y en su mayoría no quiere pensar sino estar sedado mientras quienes pueden se juegan a los dados su destino.
Espero que alguno pille la idea.
En cualquier caso, y a la ruinosa altura en la que nos encontramos, encuentro hasta contracultural todo lo que sea convertir el pensar en sexy y por ello la visión de "The Martian" me produce un regusto placentero, casi orgásmico, en mi habitual soledad de persona culta y civilizada.
Muy recomendable.
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