Hoy en día puede parecer estrafalario que un cineasta off de casi todo como Alejandro Jodorowsky le pidiera 15 millones de dólares a Hollywood para realizar una de sus visiones, pero si en algún momento eso fue posible precisamente en la década de los setentas del pasado siglo.
En aquella época la industria, buscando una renovación generacional y por lo tanto de negocio, se puso en manos de toda una nueva generación de directores que dieron a sus películas un marcado carácter social y artístico como nunca Hollywood volverá a mostrar.
El pistoletazo de salida lo dio la "Easy Ryder" de Dennis Hopper que bastante escasa de presupuesto fue todo un éxito de taquilla tanto en términos absolutos como relativos.
Viendo los beneficios obtenidos la industria concedió a lo contracultural la oportunidad de hacerse visible de manera general a cambio de conseguir público, vender entradas y obtener los beneficios para mantener la industria en marcha.
Puede ser extraño pero fue así,
Peter Biskind lo cuenta muy bien en su imprescindible "Moteros tranquilos, toros salvajes".
Y lo cierto es que en esa década se produjeron grandes películas de autor, pero también se generó un conflicto entre el director, convertido en un creador, y las necesidades de la industria.
Algunos grandes proyectos como "Carga Maldita" de William Friedkin, "New York New York" de Martin Scorsese o el emblemático ejemplo de fracaso que para siempre será "La puerta del cielo" de Michael Cimino fueron grandes proyectos faraónicos que a punto estuvieron de dar al traste con los estudios que las produjeron... si es que no lo hicieron.
El caso es que cuando Jodorowsky's, casi como si se tratara de una performance, se planta en Hollywood para pedir 15 millones de dólares de la época para producir su visión cinematográfica de más de 15 horas duración basada en "Dune", la novela esencial de Frank Herbert, el horno ya no estaba para muchos bollos.
Precisamente esos grandes fracasos se estaban produciendo o estaban por producirse y los tiburones de Hollywood ya tenían mucho cuidado de confiar su dinero a según qué directores.
Estoy convencido de que se trata de una cuestión de timing.
Mientras Jodorowsky rodaba "El Topo" y "La montaña sagrada", principios de la década de los setentas, su oportunidad de haber encontrado financiación para hacer "Dune" sucedía... Por ejemplo, a Dennis Hopper le dieron un millón de dólares para rodar en Perú su misteriosa y difícil "The last picture".
Pero, y a partir de 1975, los magnates de Hollywood, ya esperaban a Lucas y Spielberg y la vuelta a lo mainstream y al redil de los géneros que ambos siempre han representado.
Era imposible y lo que cuenta este documental es precisamente el proceso de construcción de esa radical imposibilidad, una radical imposibilidad que por otro lado resulta del todo fascinante hasta el punto de que estoy de acuerdo con la afirmación de uno de los participantes en el documental: la Dune de Jodorowsky es una de las más grandes películas no hechas.
No sé lo que daría por poder leer ese libro en el que plano a plano, Jodorowsky utilizó al fantastico Moebius como cámara.
Y lo cierto es que lo que se ve es el Jodorowsky cineasta en estado puro: imágenes poderosas, cuando no poéticas y una ensordecedora abundancia de un indiscriminado sentido, que no distingue entre luces y sombras, construida desde una imaginería escandalosamente atractiva.
Una lástima.
Ojalá editen ese libro alguna vez.
En aquella época la industria, buscando una renovación generacional y por lo tanto de negocio, se puso en manos de toda una nueva generación de directores que dieron a sus películas un marcado carácter social y artístico como nunca Hollywood volverá a mostrar.
El pistoletazo de salida lo dio la "Easy Ryder" de Dennis Hopper que bastante escasa de presupuesto fue todo un éxito de taquilla tanto en términos absolutos como relativos.
Viendo los beneficios obtenidos la industria concedió a lo contracultural la oportunidad de hacerse visible de manera general a cambio de conseguir público, vender entradas y obtener los beneficios para mantener la industria en marcha.
Puede ser extraño pero fue así,
Peter Biskind lo cuenta muy bien en su imprescindible "Moteros tranquilos, toros salvajes".
Y lo cierto es que en esa década se produjeron grandes películas de autor, pero también se generó un conflicto entre el director, convertido en un creador, y las necesidades de la industria.
Algunos grandes proyectos como "Carga Maldita" de William Friedkin, "New York New York" de Martin Scorsese o el emblemático ejemplo de fracaso que para siempre será "La puerta del cielo" de Michael Cimino fueron grandes proyectos faraónicos que a punto estuvieron de dar al traste con los estudios que las produjeron... si es que no lo hicieron.
El caso es que cuando Jodorowsky's, casi como si se tratara de una performance, se planta en Hollywood para pedir 15 millones de dólares de la época para producir su visión cinematográfica de más de 15 horas duración basada en "Dune", la novela esencial de Frank Herbert, el horno ya no estaba para muchos bollos.
Precisamente esos grandes fracasos se estaban produciendo o estaban por producirse y los tiburones de Hollywood ya tenían mucho cuidado de confiar su dinero a según qué directores.
Estoy convencido de que se trata de una cuestión de timing.
Mientras Jodorowsky rodaba "El Topo" y "La montaña sagrada", principios de la década de los setentas, su oportunidad de haber encontrado financiación para hacer "Dune" sucedía... Por ejemplo, a Dennis Hopper le dieron un millón de dólares para rodar en Perú su misteriosa y difícil "The last picture".
Pero, y a partir de 1975, los magnates de Hollywood, ya esperaban a Lucas y Spielberg y la vuelta a lo mainstream y al redil de los géneros que ambos siempre han representado.
Era imposible y lo que cuenta este documental es precisamente el proceso de construcción de esa radical imposibilidad, una radical imposibilidad que por otro lado resulta del todo fascinante hasta el punto de que estoy de acuerdo con la afirmación de uno de los participantes en el documental: la Dune de Jodorowsky es una de las más grandes películas no hechas.
No sé lo que daría por poder leer ese libro en el que plano a plano, Jodorowsky utilizó al fantastico Moebius como cámara.
Y lo cierto es que lo que se ve es el Jodorowsky cineasta en estado puro: imágenes poderosas, cuando no poéticas y una ensordecedora abundancia de un indiscriminado sentido, que no distingue entre luces y sombras, construida desde una imaginería escandalosamente atractiva.
Una lástima.
Ojalá editen ese libro alguna vez.
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