A estas alturas de la película ya nadie puede discutir a Steven Spielberg la maestría a la hora de contar una historia con imágenes.
No obstante, y si alguien albergara la menor de las dudas, aquí está "El puente de los espías" para acreditarlo de manera fehaciente.
Firmemente asentada sobre un magnífico guión escrito por los hermanos Coen, "El puente de los espías" es una magnífica película que tiene el espionaje y la guerra fría como fondo.
No obstante, sobre ese fondo destacan los personajes de los dos protagonistas: Rudolf Abel, el espía y James Donovan, su abogado. Magnifica y respectivamente interpretados por Mark Rylance y Tom Hanks, ambos personajes desbordan una entereza moral que Spielberg (y los Coen) están muy interesados en glosar.
En este sentido, "El puente de los espías" no está demasiado lejos de la anterior "Lincoln", centrada en glosar la personalidad del homónimo y esencial presidente de los Estados Unidos.
Todos estos personajes se miden por el valor que emplean para hacer lo que ellos consideran que hay que hacer.
Contratado para defender al espía Abel, Donovan se enfrentará a sus propios compatriotas al poner al servicio de su cliente todo los mecanismos del estado de derecho. Esto le convertirá en un personaje impopular aun cuando precisamente esté poniendo en valor la superior moralidad de los valores que dieron lugar a la democracia americana.
Pero, y al mismo tiempo, esta posición sombría le permitirá desempeñar un papel esencial en los bajos fondos de las relaciones entre las dos grandes potencias negociando un intercambio de rehenes.
"El puente de los espías" nos muestra a James Donovan encarnando lo mejor de las ideas de derechos y libertades sobre los que se asienta el sueño de nuestra modernidad occidental.
La historia conjuga un héroe, un espejo en el que todos deberíamos mirarnos, pero un héroe tranquilo cuya heroicidad se limita a llevar al extremo la teoría que ampara nuestro mundo de derechos y libertades.
En cierto momento, a Mahatma Ghandi se le preguntó por la civilización occidental y este, haciendo gala de un magnífico y sublimemente irónico understatment, contestó que sería una magnífica idea.
Pues Donovan encarna por enésima vez esa magnífica idea que casi siempre ha sido una mera coartada con la que embellecer la criminal acumulación de riqueza por el resto del mundo.
Héroes como Donovan son ese mentiroso cielo azul que nos protege de la verdadera oscuridad que en realidad somos.
El deber ser que casi nunca es, aunque alguna vez sea y casi siempre pueda serlo.
Occidente como tribu también tiene sus héroes y sus mitos, personajes que encarnan la teoría mientras la realidad y la práctica van por otro lado.
Y precisamente el atractivo que tiene Donovan es el de hacer coincidir teoría en práctica en su conducta cueste lo que cueste.
Conectando con esos personajes enteros y profundamente morales con los que el cine de fRANK Capra ponía rostro a la filosofía demócrata y bastante izquierdista del New Deal, Steven Spielberg nos presenta en su "El puente de los espías" un nuevo caballero sin espada.
Frente al ejecutivo de Wall Street que resume el ideal conservador neoliberal, la progresía norteamericana presenta a sus héroes, a sus candidatos, a sus James Donovan.
Muy interesante.
No obstante, y si alguien albergara la menor de las dudas, aquí está "El puente de los espías" para acreditarlo de manera fehaciente.
Firmemente asentada sobre un magnífico guión escrito por los hermanos Coen, "El puente de los espías" es una magnífica película que tiene el espionaje y la guerra fría como fondo.
No obstante, sobre ese fondo destacan los personajes de los dos protagonistas: Rudolf Abel, el espía y James Donovan, su abogado. Magnifica y respectivamente interpretados por Mark Rylance y Tom Hanks, ambos personajes desbordan una entereza moral que Spielberg (y los Coen) están muy interesados en glosar.
En este sentido, "El puente de los espías" no está demasiado lejos de la anterior "Lincoln", centrada en glosar la personalidad del homónimo y esencial presidente de los Estados Unidos.
Todos estos personajes se miden por el valor que emplean para hacer lo que ellos consideran que hay que hacer.
Contratado para defender al espía Abel, Donovan se enfrentará a sus propios compatriotas al poner al servicio de su cliente todo los mecanismos del estado de derecho. Esto le convertirá en un personaje impopular aun cuando precisamente esté poniendo en valor la superior moralidad de los valores que dieron lugar a la democracia americana.
Pero, y al mismo tiempo, esta posición sombría le permitirá desempeñar un papel esencial en los bajos fondos de las relaciones entre las dos grandes potencias negociando un intercambio de rehenes.
"El puente de los espías" nos muestra a James Donovan encarnando lo mejor de las ideas de derechos y libertades sobre los que se asienta el sueño de nuestra modernidad occidental.
La historia conjuga un héroe, un espejo en el que todos deberíamos mirarnos, pero un héroe tranquilo cuya heroicidad se limita a llevar al extremo la teoría que ampara nuestro mundo de derechos y libertades.
En cierto momento, a Mahatma Ghandi se le preguntó por la civilización occidental y este, haciendo gala de un magnífico y sublimemente irónico understatment, contestó que sería una magnífica idea.
Pues Donovan encarna por enésima vez esa magnífica idea que casi siempre ha sido una mera coartada con la que embellecer la criminal acumulación de riqueza por el resto del mundo.
Héroes como Donovan son ese mentiroso cielo azul que nos protege de la verdadera oscuridad que en realidad somos.
El deber ser que casi nunca es, aunque alguna vez sea y casi siempre pueda serlo.
Occidente como tribu también tiene sus héroes y sus mitos, personajes que encarnan la teoría mientras la realidad y la práctica van por otro lado.
Y precisamente el atractivo que tiene Donovan es el de hacer coincidir teoría en práctica en su conducta cueste lo que cueste.
Conectando con esos personajes enteros y profundamente morales con los que el cine de fRANK Capra ponía rostro a la filosofía demócrata y bastante izquierdista del New Deal, Steven Spielberg nos presenta en su "El puente de los espías" un nuevo caballero sin espada.
Frente al ejecutivo de Wall Street que resume el ideal conservador neoliberal, la progresía norteamericana presenta a sus héroes, a sus candidatos, a sus James Donovan.
Muy interesante.
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