VERANOS
"El oficio de vivir" es el diario del escritor italiano Cesare Pavese, el día a día de una sensibilidad maldita siempre a flor de piel.
Su lectura me parece siempre recomendable y de cuando en cuando regreso a él para zambullirme al azar en cualquiera de sus entradas.
Hoy he abierto el libro por el final.
Mis ojos vagabundean por las páginas de pensamientos tachados por el propio Pavese en alguna de las entradas de este diario.
Me fascinan los tachados.
No se por qué.
Los fantasmas terribles de mis dos últimos veranos están de pie, haciendo guardia siniestra y oscura de mi fracaso.
Se que no me van a dejar nunca.
Y de pronto mi mirada emerge del libro con un tesoro cuya sugerente belleza de melancolía y paz quiero compartir con vosotros (aunque no tengáis maldita idea de la razón de ser de este escrito):
"24 de octubre (de 1940)
Es el inmóvil verano de los ojos cerrados. Tu vida continúa en los días idos como un mar de mediodía. Disfrutas del cielo con tu cuerpo de entonces"
Y recupero la alegría del verano que les precedió, el primer verano de todos mis veranos, cuando la alegría temblaba entre mis manos.
Mi fracaso se enrosca como un gato alrededor de mis pies.
Está tranquilo.
Sabe que ya no podré morir nunca.
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