lunes, enero 15, 2007

HOLLYWOODLAND













Es una lástima que Hollywoodland como película no esté a la altura de la idea que -presumo- la ha inspirado.

En su transcurso, resulta en algunos momentos diletante y morosa. Dedica demasiado tiempo a personajes y tarda en resolver ciertas situaciones.... El resultado es la constante sensación de que el mecanismo no está bien engrasado, de que el girar de la historia hasta su final no es redondo y natural. Pequeñas impurezas que entorpecen el fluir natural del relato, que molestan tánto como los árboles que no te dejan ver el bosque.

No obstante, "Hollywoodland" tiene la inmensa virtud de acabar bien y lo hace -en mi opinión- porque regresa a la esencia de aquello que pretende -creo- contar y lo hace de una forma precisa y justa.
Como debe ser.

Desde el pasado, y antes de volarse la tapa de los sesos, George Reeves (Ben Affleck) parece dirigir su última mirada a un Louis Simo (Adrien Brody) que parece presenciar su silencioso drama desde el futuro.
Mismo espacio en distintos tiempos, un dormitorio.
Mismas vidas fracasadas... quizá.

El caso es que Simo parece entender el mensaje y por un momento recobra la lucidez suficiente como para descubrir lo que de verdad es bueno para él: un pequeño y confortable presente al lado de su ojos.

Hay un cierto paralelismo entre "Hollywodland" y "Mulholland Drive" de David Lynch.
Ambas nos hablan del fracaso, un fracaso que nace de una absoluta confusión entre la realidad y el deseo de la que sus protagonistas son victimas.
La constante y continúa persecución de una incierta ballena blanca en los procelosos y profundos mares del fracaso.

Demasiado tarde, Reeves descubre que su lugar en el mundo fue interpretar a Superman. Demasiado tarde comprende que se le fue la vida de tanto desearla.

Ante sus ojos el error propio se convierte en la propia vida vida y ya sólo le resta volarse la tapa de los sesos.
Otra decisión equivocada, seguramente.

Quizá la vida sea así y tan seguro se deba estar del suelo que se pisa como de los deseos que se sueñan.

Lo único cierto es que muchas veces uno no está donde tiene que estar, en el aquí y en el ahora. Tiene la cabeza en otra parte, en un lugar de ensueño, hecho a medida, que aún no existe y que, seguramente, jamás podrá existir.

El sueño se ha convertido en locura y, como siempre, el último en enterarse es su dueño.

4 comentarios:

  1. Anónimo5:43 p. m.

    Supongo que es la historia de siempre.Quierete por lo que eres, no por lo que puedes llegar a ser.

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  2. Más bien... Hay que tener cuidado con lo que se sueña... Puede sfectar seriamente la salud (por lo menos la mental)

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  3. Anónimo12:25 p. m.

    john Banville, todo en John Banville

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  4. "George Steiner en una reseña publicada en The Observer resumió a la perfección lo que supone John Banville para el mundo de las letras europeas: "Es un secreto a voces que, a este lado del Atlántico, Banville es el escritor de lengua inglesa más inteligente, el estilista más elegante ... algunos de los temas que cultiva hace tiempo: la autenticidad de la pintura del Renacimiento y del Barroco, el sombrío territorio de la homosexualidad compulsiva y clandestina, la bizantina ferocidad de la vida académica, y las seducciones del delito y la violencia sobre un intelecto encerrado en una torre de marfil". De esta manera, Banville se nos aparece como una especie de cazador de esos personajes que se mueven entre la vida y el arte subrayados por el fraude, un cazador de fantasmas."

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