lunes, abril 09, 2007

No tenemos tiempo.
Pasamos como bólidos ante la belleza,
con los ojos de dentro cerrados por la velocidad
de la incesante exigencia de la hora en punto.

Olvidado, a lo lejos, descansa el mar
y junto a él, a sus olas constantemente tendidas como abrazos,
la olvidada copa de vino
de las miradas y sonrisas abiertas de par en par
al esquivo abismo de nuestros mas profundos y palpitantes secretos.

El violinista entre la multitud.

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