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"Malcolm Gladwell, en su libro Blink: La inteligencia intuitiva, nos habla de la importancia de nuestro instinto a la hora de tomar decisiones. Resulta interesante ver hasta que punto nuestra intuición y nuestras emociones son las que nos llevan a decidir. Gladwell nos cita los estudios de Antonio Damasio, en los que demostró que las personas que tienen dañado el córtex prefontal ventromedial son incapaces de tomar una decisión tan sencilla como cual es el día más indicado para una cita médica. Se les ofrece a los pacientes dos opciones para la cita y ellos tienen que tomar una decisión. La parte racional de su cerebro funciona perfectamente y es capaz de hacer largas listas con los pros y los contras de decidir la cita un día u otro pero lo curioso es que les resulta imposible tomar una decisión al respeto, ya que para eso son determinantes las emociones."
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"Somos optimistas por naturaleza. Es decir, que pecamos invariablemente de optimistas para no sumirnos en los avatares íntimos provocados por la depresión y el pesimismo. Evolutivamente, las cosas han sido tan duras que aquellos organismos modelados por corrientes optimistas llegaban en mayor número a buen término. Para poder sobrevivir nos engañamos a nosotros mismos haciéndonos creer que el futuro será más fácil que ahora. Al esperar noticias positivas y generar con ellas imágenes mentales seductoras, desempeñamos una función adaptativa: modelamos el comportamiento presente en función del objetivo futuro."
Nuestra capacidad para ser racionales no nos define completamente. También somos seres emocionales.
La predominancia de lo racional no es real. Es puramente aspiracional y esa ensoñación es un deseo que nos pierde porque al concebirnos como esencialmente racionales no terminamos de entendernos.
Pienso luego existo, pero también siento luego existo.
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