sábado, febrero 09, 2008

LA RONDE

Las mismas botellas que otros abrieron para saciar el insoportable dolor con el cálido aliento del encerrado licor son ahora las mismas cuyas últimas gotas él apura como si estuviera sediento.

Sabe que no se terminará nunca.

Sin ir más lejos, y de la mano de su personal e intransferible dolor nuevo de hoy, otras nuevas no tardarán en ser abiertas.

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