Sin duda alguna, esta sangrienta historia de venganza llevada a cabo en el Londres sucio y oscuro que no tardará en pasear Jack "The Ripper" se encuentra entre las mejores películas que Tim Burton ha rodado hasta el momento.
Por lo visto, Todd es un personaje de ficción cuya primera aparición ha sido fechada en 1846 y cuya leyenda llegó hasta los oídos de ese maravilloso compositor llamado Stephen Sondheim, quién en 1979 parió un musical basada en la historia de este barbero cuya religión verdadera es la venganza.
Era pura cuestión de tiempo que Todd y Burton se conocieran. La mirada entre delicada y siniestra del director norteamericano resultaba perfecta para abordar este perfil de Conde de Montecristo gore en el marco incomparable de un brutal Londres dickensiano donde las personas sobrevivían hacinadas en la estrecha grisura de sus calles siempre húmedas.
Hay bastante literatura sobre las condiciones de vida en aquella ciudad por aquel entonces capital del mundo y seguramente -y en estos casos- la realidad siempre superará a la ficción, pero lo único cierto es que se trataba el perfecto caldo de cultivo para la producción de brutales monstruos humanos como Mrs. Lovett y el propio Todd.
La vida era algo que se perdía y se ganaba día a día en una dura pugna por la supervivencia en la que los poderosos como el malvado juez Turpin siempre habían ganado antes de empezar a jugar. Es en ese Londres donde Karl Marx fraguó la mayor parte de su magna obra, "El Capital". Sintiendo el despiadado latir selvático de una ciudad que no era otra cosa que una inequívoca metáfora de todo un estado de cosas que merecía ser cambiado.
En este sentido, me parecen fantásticos esos pasteles rellenos de carne humana que todos comen devorándose, en realidad, los unos a los otros sin saberlo. Pura metáfora de esa sociedad capitalista que generaba horrores como el pulgoso y mugriento Londres.
Canibalismo social.
La mano invisible del mercado empuñando desde la mañana hasta la noche una navaja barbera.
Pero, y volviendo a la película, hay que decir que en ella conviven lo terrible de esa historia de venganza con la delicada belleza de las canciones de Sondheim y eso también resulta fascinante. Fondo terrible y forma bella que confluyen y se confunden para producir un relato mágico e intenso que Tim Burton sabe narrar en tiempo y medida y que también sabe acompañar con una imaginería casi perfecta.
A la vuelta de cualquier esquina uno tiene al impresión de poderse cruzar con otras historias. Tropezarse con Oliver Twist escapando con alguna cartera o escuchar el gruñón murmurar de Mr. Scrooge.
Perfecto.
En cuanto a los actores, todos resultan eminentes destacando la pareja compuesta por Helena Bonham Carter y Johnny Depp cuyo talento fuera de toda duda les convierte en un inolvidable tandem interpretativo.
En definitiva, Sweeney Todd ya es un clásico.
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