La vigilia encierra en la vaciedad de su agrio seno
mil y un secretos imposibles de descubrir,
los fantasmas apresuran sus pasos,
descuidan la solemnidad de su gesto
mientras el gallo canta enronquecido por enésima vez
y el asombro no cesa,
el sueño no está donde esta mañana quedó caliente y desvestido,
guardando la horma de nuestro propio recuerdo,
suavemente mecido
sobre un vidrioso amanecer de media semana.

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