Cientos de trayectorias cruzandose como balas disparadas en la oscuridad,
confuso tiroteo de vidas que se ignoran,
que quizás se imaginen ligeramente
y sólo en algunos casos muy especiales se sueñen
tras breves encuentros sin apenas espacio para la delicada retórica de las almas:
una mirada dejada caer como pañuelo
y en ocasiones muy especiales una media y timida sonrisa.
Poco más.
Todo lo restante será el ruido y la furia de siempre.
Mientras el cielo se oscurece,
las flores se marchitan
y los pajaros agonizan en los rincones y las esquinas.
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