En apenas quince minutos la selección turca ha dejado fuera del campeonato de Europa a una selección checa que parecía controlar la situación desde la distancia de sus dos goles de ventaja.
Así es el fútbol.
Incierto.
Y en esta equívoca e inasible condición quizá resida buena parte de la totalidad de su atractivo, de su grandeza.
Más que en cualquier otro deporte cualquier cosa puede suceder sobre un campo de fútbol, incluso que el pez chico se coma al grande. En su inmensidad verde hay espacio suficiente como para que pueda escenificarse la voluntad de superación y el más completo esfuerzo que un momento dado pueden equilibrar la calidad o el talento.
No es que el fútbol sea como la vida.
Es al revés.
La vida es como el fútbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario