sábado, junio 07, 2008

THE SHOOTIST

Lo he vuelto a intentar.
He querido imaginarme lo que sería esta película crepuscular sin su astro, Wayne, desapareciendo ante nuestros ojos en el horizonte de los vivos y no he podido.
The shootist no sería posible sin John Wayne... digan lo que digan todos esos desgraciados que no saben separar la política de la verdad, uno de los más grandes actores de la historia del cine.
La mejor despedida que ese personaje llamado John Wayne podía tener antes de que el hombre, Marion Michael Morrison, también desapareciera.
El último tiroteo, la última película, la última operación, ... Un ordenado cierre en todos los niveles que Wayne/Morrison, un hombre de otra época, tuvo el coraje de hacer.
Enfrentados a la realidad de un nuevo Oeste menos salvaje, y a diferencia de la brutalidad autodestructiva de los personajes de Peckinpah, el protagonista de la película, J.B. Books reacciona con una melancolía absolutamente fordiana.
Contemplando y descubriendo que ese rio en el que ha estado mirándose ya no es el mismo.
Aceptándolo mientras el cáncer como el tiempo le devora las entrañas.
Entendiendo su lugar en el ciego orden de las cosas y asumiendo que su tiempo ha pasado para siempre, que su leyenda es ya más alargada que su propia sombra y que, en cierto sentido, su destino va ligado al de ese salvaje Oeste que desaparece.
No hay rebeldía sino una consciente aceptación de un mundo nuevo basada en una clara intuición de la naturaleza de las cosas... lo que no implica que Books no pueda elegir la forma de marchar.
El broche perfecto para más de 50 años de cine.

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