En el Orfeo de Cocteau la muerte no es una, sino que hay tantas como personas. La identidad de la muerte se define por el nombre de la persona que va a morir. Así, la muerte es la muerte de Orfeo o la muerte de Euridice.
En el Orfeo de Cocteau la muerte es una funcionaria que obedece una ordenes dictadas desde tiempo inmemorial, unas órdenes que ya nadie recuerda quién las dió. Simplemente, se limitan a administrar ese orden ciego del destino cumpliendo fielmente su cometido sin hacerse más preguntas.
Son una suerte de ángeles negros, encarnaciones de una orden dictada casi mecánicamente.
En el Orfeo de Cocteau la muerte de Orfeo se enamora de su razón de existir. Apoyada por su fiel esclavo Hertebise, le dejará escapar. Le permitirá regresar contraviniendo de alguna forma antinatural desde lo intemporal su esencia, que no es otra que no dejarle marchar.
Su castigo será el más terrible de todos... Por supuesto, Heurtebise la seguirá ciegamente allá dónde vaya.
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