Del mismo modo quie "Johnny Guitar" no es un western, "Red Belt" la última película del dramaturgo y cienasta David Mamet, no es una película sobre las artes marciales.
Por encima de todo, "Cinturón Rojo" es un enloquecido cuento moral sobre la integridad que, pese a su cuestionable por complicada y forzada lógica argumental, cuenta con toda mi simpatía como espectador.
Una historia cuya alma está en blanco y negro y que entronca con las grandes películas de boxeo del cine clásico, películas en las que siempre hay un "idiota" que no se quiere tirar.
Desde el principio, y sin que el espectador lo advierta, arranca una historia cuya complicada estructura no es otra cosa que un complot narrativo que Mamet hurde, sin importarle la mirada inteligente del espectador, para obligar a Mike Terry, su protagonista, a pelear en un entorno que siempre ha rechazado. Un entorno que, penetrado por la devoradora y corrupta lógica del mercado, ha poseído lo espiritual del jiu-itsu para ponerlo al servicio de un espectáculo destinado a sacar la mayor cantidad de dinero posible.
Eventos aparentemente inconexos, buenos y malos, irán sucediendo en la vida de Mike, que en realidad terminarán revelándose como parte de una trama cuyo sentido no es real, sino puramente narrativo. Y digo ésto, porque la historia no tiene credibilidad alguna y ese es el increíble riesgo que Mamet como autor corre, optando por una verosimilitud hithcockiana basada en los giros narrativos y las casualidades que no siempre (tengo que reconocerlo) funciona. Su objetivo es, como ya he comentado, colocar al integro Terry entre la espada y la pared para convertirle en una suerte de paladín que luchará por las esencias usando su intocable integridad como una de sus armas más poderosas.
El arte y la fuerza de sus golpes, movimientos y llaves simplemente son vehículos a través de los cuales se manfiesta esa integridad con la que el siempre rebelde Mamet quiere hacer justicia a una sociedad cada vez más alejada de la verdad, perdida en el interminable sueño de un inalcanzable deseo que constantemente se manifiesta en sucedáneos vendidos a diferentes precios.
Porque en "Cinturón Rojo" hay muy pocos personajes que, tentados por esa maquinaria trituradora que nos está destrozando a todos, no se vendan en un momento determinado, cuando no están claramente vendidos desde mucho antes... algunos de ellos curiosamente pertenecientes a la industria del cine con la que un autor como Mamet debe tener alguna que otra cuenta pendiente... Como si no supiera que hay gente que no debe querernos para sentirnos que estamos en lo cierto y nuestra vida tiene sentido.
Nos está devorando un monstruo y aún no lo sabemos... pero esa es otra historia.
En cualquier caso, Mamet nos lanza su particular aviso y también nos dice (por encima de todo quiere decirnos) que en alguna parte queda un poco de autenticidad, sobreviviendo al margen de este mundo donden uno vale simplemente lo que cuesta.
Blanco y negro.
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