miércoles, agosto 06, 2008

EXPEDIENTES X: CREER ES LA CLAVE

Nada nuevo bajo el sol negro que ilumina las andanzas de Danna Scully y Fox Mulder.

Victima de las limitaciones de su propio discurso, tanto los personajes como los planteamientos dramáticos de la serie muestran un claro agotamiento del que este, quizá, último episodio realizado en soporte cinematográfico es nueva muestra.

Como en el principio de los tiempos, Mulder quiere creer y Scully no está muy segura de creer a su compañero o no. Y a mi me cansa. El supuesto tono de agotamiento que el guión plantea con respecto a los personajes es sólo aparente. Tras unos primeros diálogos introductorios basados en el escepticismo y el descreimiento, Mulder y Scully no tardan en dar lo mejor de sí mismos, de su eterno dudar en una historia que, medrosa, no se atreve a ir más allá deseando probablemente no quemar una gallina de los huevos de oro que ya está bastante calcinada por el continuo uso en el tiempo de un mismo planteamiento de trama argumental.

Aun así, la película cuenta con el perfecto acabado del mejor de los episodios y no defraudará a los incondicionales ortodoxos de la serie, pero confieso que Mulder y Scully terminaron aburrirme con la enésima escenificación de su mismo y viejo antagonismo de siempre, entre ellos y contra un mundo que vive de espaldas a lo inexplicable. En la oscuridad de la sala, se me antojaban como alguna de esas personas de nuestro pasado que dejamos atrás porque sencillamente se quedan ahí, anclados en un pasado que ellos creen todavía presente.

En cuanto a la historia resulta interesante y original por si misma, teniendo como principal lastre esas infulas dramáticas de medio pelo entre los personajes principales que, como ya he comentado, se muevend entro del tópico y ocupan demasiado espacio para no aportar nada nuevo.

Las visiones de un viejo cura pederasta serán la única ayuda sólida con la que el FBI contará para resolver una misteriosa serie de desapariciones y macabros hallazgos. La intervención de Mulder y Scully será necesaria para, regresando de entre los muertos, resolver la veracidad de los testimonios del mencionado sacerdote.

Y es este personaje, magnificamente interpretado por el cómico escocés Billy Connolly, el aspecto más interesante de la película al encarnar en sí mismo un complejo misterio de redención en el que terminarán enredadados Mulder y Scully, prendidos por su propio dudar en la incertidumbre que siempre transmite la complejidad de un ser humano expresándose en toda su intensidad sincera.

¿De qué hablan cuando nos hablan los profetas? ¿Qué quieren decirnos cuando aciertan? ¿Qué nos dicen también cuando se equivocan?

Es una pena que una idea tan buena tenga un vehículo que no está a la altura intelectual de su rica complejidad, pero estoy seguro que no era el propósito de los autores llegar tan lejos.

En resumidas cuentas, el segundo capítulo cinematográfico de los expedientes más secretos de la historia de la televisión (junto con los que guiaban las operaciones de Missión Imposible) es una película entretenida que contribuye a que la magia que los Expedientes X tuvieron en su momento se desvanezca un poco más.

Nada es para siempre.

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