jueves, agosto 07, 2008

MY BLUEBERRY NIGHTS

La primera experiencia occidental del cineasta coreano Wong Kar Wai es una hermosa película que, de alguna forma, encierra toda la arrasadora emoción de su cine sin los excesivos alardes de complejidad narrativa y estética que, a mi entender, obstaculizan el entendimiento global de cada anterior obra de Wai.

Podemos llamarlo simplificación, ascesis o depuración, pero en "My blueberry nights" Wai consigue que la historia brille por sí misma, sin necesidad de delirantes fuegos de artificio sublimantes que pretenden subrayar estados de ánimo o situaciones ya de por si narradas en negrita.

Confieso que éste era el principal defecto que en cierta forma lastraba las anteriores obras del cineasta coreano haciéndolas demasiado extensas y/o complejas de una forma innecesaria. Este defecto brilla por su ausencia en "My blueberry nights", una road movie que, metafóricamente, narra el tránsito Elizabeth, su protagonista estupendamente interpretada por la debutante Nora Jones, desde el desamor hasta el amor con el inmenso territorio de los Estados Unidos como marco... o como ella misma dice cruzando la calle que le separa de su nuevo amor por el lado más largo.

Elizabeth: It took me nearly a year to get here. It wasn't so hard to cross that street after all, it all depends on who's waiting for you on the other side

Personalmente, todo me resulta interesante en "My blueberry nights": los personajes, las palabras que salen de sus bocas, las situaciones que viven, la forma de narrar de Wai, la música, la metáfora del pastel de arándanos que todas las noches queda sin tocar como imagen de la soledad (y que Elizabeth devorará intentando así conjurar lo que ella cree su mal)

Elizabeth: So what's wrong with the Blueberry Pie?
Jeremy: There's nothing wrong with the Blueberry Pie, just people make other choices. You can't blame the Blueberry Pie, it's just... no one wants it.
Elizabeth: Wait! I want a piece.

O la imagen de la cuenta saldada del policia borracho colgada en la corchera del bar por su mujer para evitar en lo posible el inevitable olvido que la muerte siempre trae consigo (ochocientos dólares en "shots" es el monto aproximado de su corazón roto), los restos de helado en los labios de Elizabeth que Jeremy (Jude Law) besa, el frasco que contiene llaves que jamás volverán a abrir las puertas que siempre abrieron...

Hay poesía en el cine de Wai y nada vale tánto como toparse de bruces con ella a la vuelta de cualquier fotograma.

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