Definitivamente el nuevo Bond que, con la estolidez de un personaje de spaghetti western, Daniel Craig encarna apuesta por la fisicidad.
La piedra lanzada, seguramente a contracorriente y a destiempo, en la película "Al servicio secreto de su majestad" en el año 1969 alcanza la superficie del agua, ahora, en el 2008.
Fueron demasiados cambios. Sean Connery abandonó el personaje, pero la saga debía continuar. Bond ya era una marca y en la nueva entrega se decidió dar un giro que mostrase al agente secreto más vulnerable y más humano, presentandole enamorado y herido por la pérdida de un ser querido... Demasiada novedad para un producto industrial en un negocio donde los cambios son peligrosos.
Pero, y como siempre, el tiempo pone todas las cosas en su sitio revelando "Al servicio secreto de su majestad" como una de las mejores películas de Bond sin Sean Connery (porque Bond siempre será Connery).
Y sin lugar a dudas hay algo de ese Bond traspasado en su armadura, que tan voluntariosamente interpretara Lazenby, en el 007 que ahora encarna Daniel Craig.
En esta última entrega, "Quantum of solace" Bond persigue el rastro de quienes llevaron a la muerte a la mujer que más cerca estuvo de su endurecido corazón de asesino. Porque hay algo personal en la forma concienzuda en que Bond se toma la tarea de atrapar a su nueva némesis. M lo sospecha y Mathis, lo más cercano que Bond ha tenido a un amigo, parece saberlo desde su sabiduría de viejo zorro.
La fisicidad de las emociones que turbiamente parecen dibujarse sobre la rocosa superficie del rostro del liquidador se combina con la fisicidad con que las escenas de acción se resuelven. Brillantes, espectaculares y siempre bien resueltas las secuencias de persecuciones y peleas ganan protagonismo en favor de otro tipo de escenas que eran marca de la casa en otras épocas. Brillan practicamente por su ausencia las escenas de flirteo, la posibilidad de la alta comedia que el rostro de Connery y la apostura de Moore permitían.
Craig no está para nadie, no está para nada más que no sea el cumplimiento de la misión.
La faceta cínica y vividora que Connery posibilitaba y Moore convirtió en esencial se convierte en accesoria y episódica.
El Bond de Craig es más un soldado que un caballero... cosa que, en mi opinión, probablemente se ajustaría a la realidad de ser Bond un personaje real.
Y no está mal. Se trata de una perspectiva diferente sobre un mismo personaje que lo enriquece, acercándolo a los rudos héroes de acción hollywoodense y alejándolo de la refinada Europa.
Del mismo modo que el personaje, la marca Bond lleva más de 50 años sobreviviendo en el mundo del cine, un mundo tan peligroso y cambiante como el del espionaje y películas tan entretenidas y bien acabadas como "Quantum of solace" sin duda contribuyen a que está supervivencia se prolongue en el tiempo probablemente una generación más.
¿Se puede disentir?
ResponderEliminarSi Ian Fleming levantara la cabeza, o mejor, todo el cuerpo y con ayuda... tengo la sensación de que igual no le gustaría verse así... esto es, si consiguiera ver algo porque francamente aún me duelen los ojos por intentar vislumbrar algún detalle en las escenas de acción.
¿En tu gimnasio o en el mío?
Echo de menos a Bond.
Claramente, en tu gimnasio Lola.
ResponderEliminarY por supuesto que puedes disentir. Es cierto lo que dices al respecto de las escenas de acción. Parece ser una tendencia actual: montaje rápido de escenas en primeros planos, muchas cámaras en posiciones subjetivas y/o dentro de la propia acción. Falta perspectiva. La violencia de la situación se vive desde dentro y faltan referencias.
Te reconozco que antes también me irritaba, pero he debido acostumbrarme- No obstante, la primera secuencia, la del Astor Martin perseguido por el Alfa Romeo, abunda especialmente en este aspecto y resulta demasiado confusa.
Te lo concedo... porque lo tienes... no porque te lo de.
Yo también echo de menos a Bond, pero desgraciadamente Connery ya no volverá.
Y mientras todos los Bonds posteriores han querido recordar de alguna manera u otra al verdadero Bond, la gran virtud del agente que interpreta Craig es que intenta diferenciarse. Evita el imposible de ser Connery buscando otra vía... que apuesta por la acción y lo físico, por un ejecutor profesional que, personalmente, me resulta más creíble desde el punto de vista de una posible realidad que la elegante y perfecta ficción que Connery desplegó con encanto.
Me ha quedado largo.
Cuando quieras nos vemos en tu gimnasio.
A mí este Bond me parece muy contemporáneo. Duro y belicoso, para una época en la que el amor hay que ganárselo... a puñetazos. No es tiempo de addagios. Como dice Ben Grimm "es la hora de las tortas", y Craig las da como panes.
ResponderEliminar¡jajajaaj!
ResponderEliminarPero reconoceme Manu que Connery es el mejor Bond de todos. Este tiene su punto, porque es el más alejado al estereotipo y el smoking no le sienta nada bien, pero donde esté Connery... que, por cierto, también las daba como panes.