jueves, abril 30, 2009

EL ASESINATO DE JESSE JAMES POR EL COBARDE ROBERT FORD

No es una emoción fácil de describir la que muestra este Jesse James vestido de blanco y negro. En él abunda el sentimiento de hastío ante una manera de vivir que de pronto se ha convertido en un callejón sin salida.

En algún momento se cruzó la línea que define el punto de no retorno más allá del cual ya es demasiado tarde para todo. La vida está llena de ellas. Quizá cuando su hermano Frank se marchó al Este debío de ser el momento de dejarlo, pero quién sabe cuándo es el momento oportuno para abandonar. No es fácil ser tan listo.

Pero también se intuye sobre las espaldas de James la invisible pero cada vez más pesada carga de la púrpura de la leyenda. Como si progresivamente dejara de ser él mismo para convertirse en ese otro del que todos hablan, al que todos indistintamente admiran y temen. Un sentimiento extraño sentir que uno ya no se pertenece a sí mismo sino a todos...

Alienación, cansancio, por todas partes la impresión cada vez más acuciante de una ausencia imposible de llenar, la de uno mismo, sea quién sea... "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford" ofrece el retrato melancólico de una lenta caída en el vacío.

Poco a poco, el Jesse James que tan brillantemente interpreta Brad Spitt termina convertido en el molde vacío de una leyenda. En algún momento, hubo un hombre en su interior, pero ahora ya no hay nada. Un fantasma que constantemente necesita del miedo o de la admiración de los otros para saber que aún sigue existiendo. 

En este sentido, resultan memorables las secuencias en que James disfruta poniendo entre la espada y la pared a los miembros de su banda, preguntándoles, hostigándoles, observándoles, provocando sus risas, haciéndoles callar... De algún modo ese terror ante el poder absoluto de su leyenda necesita ser convocado. No existe otro James que ése que le devuelven los otros y que cada vez está más lejos del cuerpo abandonado que observa desde el otro lado de la situación.

Así, la muerte será un simple trámite. La mera constatación de un hecho que hacía ya tiempo que venía sucediendo de forma continuada en el tiempo.

La liberación de un incomprensible peso... y, por fin, la leyenda existiendo libre de pruebas físicas que en algún momento pudieran llegar a contradecirla.

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