Eres tú.
Es la alegría,
subiendo y bajando,
marchando a derecha e izquierda,
como un blanco dragón alado de Miyazaki,
perfilando trayectorias locas
sobre un cielo demasiado claro,
demasiado azul.
No te hagas preguntas,
probablemente la oscuridad
y las nubes, aparecerán
con sus huesudas mano secas.
No las llames.
Seguramente vendrán por sí solas,
como consecuencia inevitable
de la secreta e incomprensible mecánica
que todo lo gobierna.
Vuela.
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