viernes, mayo 08, 2009

RUDO Y CURSI

Producida por tres grandes del moderno cine mejicano, Alfonso Cuarón, Alejándro González Iñárritu y Guillero del Toro, y dirigida por Carlos Cuarón ("Y tu mamá también"), "Rudo y Cursi" es la tragicomedia del ascenso y caída de dos "pelados" con el fútbol como telón de fondo.

Gael García Bernal y Diego Luna interpretan respectivamente a los hermanos Tato y Beto Verdusco, dos trabajadores de una hacienda platanera cuya suerte un día cambia al ser descubiertos en sus talentos futbolísticos por un pícaro representante de origen argentino.

El viaje de Tato y Beto a la gran ciudad no sólo tiene interés por sí mismo sino también por el paisaje donde sucede, la sociedad mejicana que se nos muestra en toda su rica y contradictoria complejidad exhuberante desde los lugares más bajos hasta los más altos de la misma. En ella, hay lugar para el drama del Indio Fernández, para los plastificados sentimientos de las telenovelas, para el blanco simplismo del Chavo del Ocho, la loca violencia de Robert Rodriguez o el lujo hortera de Galavisión y todos esos mundos se nos van apareciendo por separado o de forma conjunta, muchas veces sin solución de continuidad en lo que termina resultando un fascinante retablo de las maravillas en el que Tato y Beto intentan encontrar un lugar.

Quizá la parte más floja sea aquella en la que el futbol se convierte en clave desde la que se deduce el sentido del destino de los dos hermanos Verdusco. Para mi gusto, no termina de cumplir su cometido, de enlazar con el core emocional de la historia convirtiéndose en metáfora. En algunos momentos, las reflexiones en off del pícaro representante son demasiado colaterales, podían haber dado más de sí, conociendo a los argentinos y su manera de enlazar el discurso del fútbol con el discurso de la vida, pero tampoco estorban demasiado.

En definitiva, Tato y Beto se convierten en una magnífica ocasión para generar negocio, para generar dinero en todo el codicioso y corrupto entorno que surje a su alrededor y así sucede mientras dura, y las desestructuradas aspiraciones de los dos hermanos no terminan por comprometerlo todo. De algún modo, y convertidos en una suerte de pacomartinezsorias mejicanos, la ciudad no termina de ser para ellos. Sólo son el enésimo alimento para una mquinaria que constantemente necesita nueva carne fresca para perpetuarse.

Tiene su gracia "Rudo y Cursi".




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