Cualquier puerto no es Itaca.
No cualquier llegada,
ni cualquier bienvenida valen.
No cualquier llegada,
ni cualquier bienvenida valen.
Dicen.
El océano es inmenso,
se mueve perezoso como un enorme gato
de mirada reflectante y azul.
A su lado,
el tiempo que nos hace y deshace,
como un incesante oleaje,
parece infinitamente más pequeño
bajo el férreo imperio de la luz del sol
y de sus espejismos,
que nacen del horizonte
como límpidos e irresistibles cantos de sirena
El océano es inmenso,
se mueve perezoso como un enorme gato
de mirada reflectante y azul.
A su lado,
el tiempo que nos hace y deshace,
como un incesante oleaje,
parece infinitamente más pequeño
bajo el férreo imperio de la luz del sol
y de sus espejismos,
que nacen del horizonte
como límpidos e irresistibles cantos de sirena
acudiendo, uno detrás de otro,
como falsos pretendientes,
al encuentro del cansancio impaciente del viajero.
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