lunes, junio 08, 2009
El Pais enseguida se ha apresurado a titular que Mariano Rajoy apuntala su liderazgo con la reciente victoria de casi cuatro puntos de ventaja sobre los socialistas. Pero, y si fuera él, me andaría con cuidado. Desconfiaría de las lisonjas y regalos que vienen de notorios y encarnizados enemigos. Como bien apuntaba en una tertulia mañanera Enric Sopena, el Partido Popular ya ganó unas elecciones, las autonómicas, antes de ser derrotado por los socialistas en las últimas legislativas.
En realidad, no es un mal resultado, como perder por un gol fuera de casa. Bien o mal mirado, dependiendo de la procedencia ideológica del tertuliano, cuatro puntos no constituyen una distancia considerable, especialmente para un candidato notoriamente perdedor como Rajoy, y aunque es posible hablar de un cambio de tendencia combinando los resultados de las autonómicas con los de estas desangeladas elecciones europeas, que han venido precedida de una campaña cutre que nos ha hablado bien a las claras de las bajas simas a las que nuestros políticos son capaces de descender, sería mejor que, en este caso, los populares no se creyeran sus propias mentiras.
No olvidemos que Aznar consigió más del doble de distancia en puntos porcentuales sobre Gonzalez... Aquella sí que fue una tendencia de esas que molan de verdad.
Queda mucho tiempo para las próximas legislativas y los populares no necesitan más pruebas de la alta capacidad que los socialistas tienen para manejar, enturbiar y, si es preciso, hacer fotomontajes de Rajoy con la imagen del dictador Franco o celebrar comuniones civiles en todos los ayuntamientos con el sonriente Zerolo en todas las fotografías. Y ahora, en minoría parlamentaria van a estar contra la pared, como casi nunca han estado y estoy seguro que van a dar lo peor de si mismos. El camino más difícil y constructivo, el de las alianzas que de verdad cuenten para generar una estabilidad, no lo seguirán. Después de todo, son políticos españoles y les parecerá mejor, más cómodo el camino fácil de enmerdarlo todo, como siempre.
Me sorprendería mucho lo contrario.
Por no hablar de las debilidades de Rajoy como candidato, especialmente la inmensa distancia que parece separarle de la gente a la que se dirije y su incapacidad para recorrerla aunque sea vestido con una camisa de Springfield y sin corbata.
Por otro lado, la alegría con que Rajoy ha celebrado estos resultados y, aunque sea para estar contentos, refleja cuánto necesitaban el y los suyos de un respaldo así ante los otros que están de su lado pero que no son de los suyos y que le esperan en los Idus de Marzo del partido.
Y por último un recuerdo para ese tipo tan entrañable que es nuestro presidente.... y que seguramente ahora, en su escondrijo, estará tan estupendo y tan dispuesto a dialogar con todo el mundo como siempre.
Seguro que estaba ocupado preparando el evento global de su matrimonio ideológico con Obama. Seguramente fue eso lo que le impidió dar la cara en la noche electoral de una campaña en la que él, por activa y por pasiva, había comprometido su prestigo. Probablemente estaría pintandose la cara de negro ante el espejo y mirando cómo le quedaba, si su parecido con Obama era así más perfecto. Y prefirió asumir el riesgo de que Leire Pajin se dejase llevar por su entusiasmo y se metiera en un nuevo jardín (¿Eso era un pareado?).
Todos le agradecemos a Leire que se mantuviera en un perfil bajo.
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