una larga marcha hacia la noche
que lentamente avanza,
a su espalda,
escondida tras la recta línea candente del horizonte.
La oscura palabra de los prodigios y presagios
le habla por primera vez con claridad:
bandadas de pájaros negros sobre el panteón,
palomas con las entrañas muertas,
recién nacidos que no dejan de llorar,
extrañas sombras abrazando su estuatua...
Su significado es adverso,
como casi siempre.
No es la primera vez
ni tampoco será última
en que todo parece en contra,
como en Farsalia o Alesia.
Por eso César da la espalda al destino,
confía en sus fuerzas,
en su capacidad para dominarlo,
para reconducirlo,
mientras su engendro le susurra al oido
que sigue siendo humano,
inutilmente.
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