Como enloquecidos arañazos,
bandadas de voces
rodean su silencio de piedra,
aterido de si mismo,
de una imperfecta soledad
herméticamente cerrada,
desgarrada por el constante tronar
de todas esas alas negras.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pasión o sumisión: lo que el fútbol argentino enseña al Atleti

La paradoja trágica de Charlie Kirk