(Fuente: El Pais, edición digital del 1 de septiembre)
O sea, que algunos, con toda seguridad unos necios, han empleado unos cuantos minutos de cartón piedra de sus vidas absurdas para responsabilizar a la Rusia actual del pacto que la Unión Soviética firmó con los nazis.
Sesudos, han carraspeado y solemnemente han planteado la carraca bufa de sus argumentos.
Es increible lo atrevida que es la ignorancia y el poco respeto que se tiene por la historia... a cuya arrasadora luz, por cierto, apenas hay inocentes.
Lo preocupante no es que los necios estén por todas partes... Viene sucediendo la invasión de los ladrones de cuerpos desde hace tiempo y nadie está libre de pecado. Lo verdaderamente inquietante es la ostentación casi pornográfica de la ignorancia como un valor emergente de nuestra opulenta y carente de autocrítica sociedad.
Importa tanto la posibilidad de decir como el hecho de que realmente se tenga algo que decir. Y asi nuestra opinión pública está contaminada por el chirriante cloqueo pomposo de la nada verbalizada.
Los derechos son consumidos de forma compulsiva, muchas veces sin motivo directamente relacionado a su razón de existir, casi siempre como excusa para una desconsiderada y brutal afirmación de la propia individualidad.
Como decía Harry Callahan todo el mundo tiene una opinión, todo el mundo tiene un culo, y, lo que es peor, y ésto lo añado yo, ya casi nadie siente vergüenza por aliviarse en público.
No hay barreras para el yo del hombre unidimensional que protagoniza nuestra sociedad de consumo.
¿Dónde estás, pudor?
¿Es que no hay vacuna para ésto?
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