La noche se pone para todos
y además es implacable
en su ansia por oscurecer
los colores y las formas,
más el recuerdo de la luz
permanece en ti indeleble.
Nada ni nadie podrá arrebatartelo
de tus manos sedientas
de más días y de más soles.

Tranquilamente aguardas
acompañado de tu invisible corte
de deseos y ausencias,
escuchando la interminable letanía
de sus quejas y demandas,
sentado en tu escaso trono,
apenas sin poder apoyar
tus pies en el frío suelo,
mientras amaina el sueño
y la memoria arrecia.

La noche se pone para todos,
sus designios son inescrutables
y además no espera.

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