La relación entre la realidad y la ficción son extrañas y complejas. En muchos casos, la segunda se convierte en un ámbito virtual y compensador donde es posible hacer justicia al libre desenvolvimiento de la primera con respecto a los planteamientos de una conciencia que no sólo intenta reconocerla tal y como se presenta, sino también juzgarla desde una concreta perspectiva.
El ámbito donde se mueve "Expiación" es éste hasta el punto de que el propio título de la narración no sólo aspira a describirla de una forma sintética, como hacen todos los títulos, sino que también la califica como el espectador descubre al final de la historia, en sus últimos y memorables cinco minutos, que para mi siguen siendo lo mejor de una historia compleja que mezcla percepción con realidad y realidad con ficción sin que apenas exista solución de continuidad.
Sólo al final de "Expiación" entendemos el sentido de todo lo que hemos estado viendo... la crónica del remordimiento por un mal infringido hace ya mucho tiempo y la necesidad de escribir una historia que traiga algo de paz a quién la relata reescribiendo la insatisfactoria e inmutable realidad tal y como debió ser, de una forma satisfactoria aunque, en realidad, todo esté perdido y nada se pueda hacer ya.
Teniendo en cuenta todo ésto, "Expiación" lo tiene todo para ser una película extraordinaria, pero los resultados, si bien son estimables, no terminan de presentarse con la sublime distinción dramática que prometen.
Se que es mucho pedir.
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